Acabar con la corrupción fue la principal promesa del estrenado Presidente de la República. El primer paso fue anunciar auditorías a las instituciones y ministerios.
En pocas palabras, Martín Torrijos prometió investigar a la administración de la mandataria Mireya Moscoso. Esperamos que no sean palabras que se las lleve el viento y que de comprobarse que alguien se llevó los fondos del Estado, tenga como destino la cárcel. Ya los panameños están cansados de acuerdos de recámaras entre los gobierno que salen y el que entra para no investigar las travesuras con las finanzas públicas.
Coincidimos que la revisión de los auditores no debe generar una cacería de brujas. El que robó que pague, pero el que se desempeñó con honestidad, no debe temer a que se le involucre injustamente en actos ilícitos.
Pero también se hace necesario ser vigilantes con los que entran a ejercer funciones. La corrupción no respeta escala social, pero es más vergonzoso que altos cargos caigan a la tentación de la coima y el dinero fácil.
Frente a ello se hace necesario colocar en la Procuraduría de la Nación y en la Contraloría a figuras que no se dejen presionar por los políticos o empresarios. Se requieren figuras a los que no les tiemble la mano para denunciar y castigar a los corruptos.
Colocar en esas posiciones a personas relacionadas con los partidos políticos o a un amigo, no serviría para nada. Se requiere funcionarios independientes, que no le deban favores a nadie, para que así no tengan que desviarse de sus propósitos.
Panamá requiere acciones concretas más que discursos, para que el pueblo recupere la confianza en los gobernantes. !Ojalá la Patria Nueva lo logre!.