Ascendido a héroe y considerado 'Oro simbólico' de la maratón de los Juegos Olímpicos de Atenas-2004, el brasileño Vanderlei Cordeiro de Lima se declaró feliz ayer al retornar a su país, y aseguró que no le guarda rencor al irlandés que lo arrancó brutalmente de la carrera que estaba liderando.
Delgado, pequeño, curtido por el sol y con una enorme sonrisa, Vanderlei Cordeiro de Lima, que cumplió 35 años en Atenas, llegó a Sao Paulo, la capital económica brasileña, donde fue recibido con un solemne y emocionado aplauso.
Vanderlei ya es considerado como un héroe máximo del deporte brasileño, por el estoicismo con el que reaccionó al incidente que probablemente le costó el oro en los Juegos y que lo convirtió en portada de la prensa mundial, a causa de un fanático espectador que el domingo pasado se le echó encima durante la maratón, cuando era el líder de la misma.
"Hace tiempo que hay gente que se pregunta si todavía existe el espíritu olímpico. Creo que mostré que existe, que siempre va a permanecer, que esa luz, esa antorcha no se va a apagar", afirmó el atleta.
Contó que estaba tan concentrado en la carrera que apenas pudo darse cuenta de lo que ocurría cuando el irlandés Cornelius Horan se le abalanzó, y que al sentirse agarrado temió que el agresor "tuviese algún objeto cortante" para atacarlo.
Liberado con la ayuda de otros espectadores, Vanderlei logró volver a la carrera, recuperando lo que pudo de su concentración. No ganó el oro, pero sí el bronce.
"Me preguntan si le guardo rencor (al agresor). No le guardo rencor. Mi objetivo fue alcanzado, conseguir una medalla", aseguró. Pero aclaró que no tiene ninguna intención de contestar al irlandés si éste, como indicó a la prensa, le pide disculpas: "creo que no tendremos más relación", bromeó.
"Vanderlei", como lo conocen en su país, explicó que el sueño de su vida había sido ganar una medalla olímpica; "no me importaba si oro, plata o bronce". Y que decenas de veces, cuando se preparaba en pistas de altura en Colombia, imaginó su llegada al estadio de Atenas, donde soñaba compartir una victoria con su colega keniano Paul Tergat, recordista mundial favorito de la prueba y un habitual de la carrera de San Silvestre de Sao Paulo (Brasil).