�Me traicion� mi mejor amigo�
Hermano Pablo
El perro, un pastor alem�n, gru�� amenazante. Baj� la mand�bula y mostr� sus caninos. Luego se ech�, inm�vil, y clav� la mirada en los intrusos. Eran polic�as de Sicilia, Italia, y ellos consideraron extra�a esa reacci�n del animal. Sospechando algo, inmovilizaron al perro y descubrieron que se hab�a echado sobre una peque�a puerta trampa. Era la entrada al refugio secreto de Giuseppe Pulvirenti, el segundo jefe de la mafia siciliana, que llevaba pr�fugo diez a�os. La acci�n del perro descubri� al pr�fugo. �Me traicion� mi mejor amigo� fueron, despu�s, las palabras de Giuseppe. �Me traicion� mi mejor amigo.� �Qu� palabras tr�gicas! No puede haber mayor dolor que ser traicionado por un amigo. Muchos han llegado al colmo de contemplar el suicidio por la traici�n de un amigo. Y sin embargo, �qui�nes son los que m�s nos traicionan a nosotros? Somos nosotros mismos. Un hombre llevaba una vida muy descuidada. Era deshonesto. No hac�a sus negocios con integridad. Ganaba mucho pero lo ganaba enga�ando. Y era descuidado en pagar sus deudas. Quiz� pens� que nadie lo descubrir�a. O quiz�, tanto se acostumbr� a la deshonra, que ni cuenta se daba de su impudencia. Un d�a se le ofreci� la oportunidad de comprar una propiedad. Ten�a m�s que suficiente para la cuota inicial, as� que comenz� el tr�mite. Pero cuando la casa de pr�stamos hizo un recorrido de sus cuentas, �sta le neg� el cr�dito. �l result� ser su propio traidor. Era para que �l dijera: �Me traicion� mi mejor amigo.� La �nica manera de salvarnos de nuestra propia traici�n es vivir en total y absoluta integridad. Eso quiere decir nunca mentir, nunca robar, nunca enga�ar, nunca ser deshonesto, nunca quebrantar ninguna ley. Y si alg�n d�a fall�ramos en uno de estos puntos, habr�a que confesarlo inmediatamente. S�lo as� podemos estar seguros de nunca ser nuestro propio traidor. Todos podemos vivir una vida tal si vivimos seg�n las normas morales de Dios. El d�a en que todo el mundo viva conforme al Dec�logo de Mois�s, sin nunca quebrantar ninguno de sus mandamientos, habr� paz en el mundo. Mientras eso no ocurra, no habr� paz. Sin embargo, esa paz puede ser nuestra si le damos entrada a Dios en nuestro coraz�n. Esa, por cierto, es la forma de evitar tracionarnos a nosotros mismos. No nos sigamos traicionando. Seamos nuestro mejor amigo siendo amigos de Dios. �l nos espera con brazos abiertos. Seamos cada uno nuestro mejor amigo.
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