El bienestar y la seguridad económica de una persona, ¿de quién depende? ¿Acaso el gobierno está "obligado" a darle trabajo a la gente? ¿Debe halarnos por las greñas para que entremos a la universidad y estudiemos una carrera?
Cada vez que vemos a un grupo de muchachos cerca de un complejo deportivo, parkeando a gusto en sus ratos de ocio permanente, solamente decimos: "¿es que no trabaja ese montón de vagos?"
La juventud desempleada busca por todos sus medios posibles una oportunidad de conseguir un trabajo digno que satisfaga sus necesidades sociales para aportar a la evolución normal de la familia y la sociedad.
Lamentablemente, la dura situación, la imposibilidad de conseguir empleos, la deficiencia del sistema educativo y otros factores exógenos que determinan un status social, adversan estas posibilidades de desarollo de la juventud, que al final se sumerge en un letargo impresionante, que los convierte en ciudadanos masa.
Sólo unos cuantos se salvan. Ellos son los que tienen aspiraciones, a pesar de las adversidades. Unos se inscriben en institutos de formación profesional y otros buscan alternativas en las distintas universidades del país. Esos grupos tratan de llenar ese vacío en sus vidas, a través del trabajo honrado y digno, para beneficio de Panamá.
Pero gran parte observa como transcurre su vida sin mayores avances en lo personal y en lo profesional.
Por eso es que vemos el ejército de jóvenes, que prefieren jugar en la cancha de la barriada, que seguir los estudios para avanzar. El tiempo que se va no vuelve, reza un viejo dicho y es verdad.
Está bien que se dedique algún tiempo a las actividades deportivas de índole recreativo, pero lo prioritario es que la juventud estudie para avanzar, de lo contrario quedará estancada.
La educación es lo único que puede sacar a los pobres de la pobreza. Los golpes de suerte son esporádicos y sólo los mejores logran buenos trabajos, con una paga que permite vivir cómodamente al trabajador y al resto de su familia.