A los maleantes, no les importa con ¡nada! Sobre todo sin son menores de edad de esos que nunca tocaron un trompo, un yoyo ni jugaron "la lleva".
El aretito en la oreja, tatuajes, drogas, armas, la violencia y el mal son su fantasía. Sin embargo algunos sociólogos los definen como niñitos incomprendidos por la sociedad. Mientras que la mayoría de los ciudadanos percibimos que son bandidos desde que sueltan la teta y que de allí en adelante aprendieron, que la ambición y el temor son dos características humanas fundamentales para sobrevivir en sus casas, barrios y escuelas. Será por eso que la propuesta de "Juanca" haya gustado hasta en los barrios marginados en donde la mayoría vive atemorizada por crueles niños indisciplinados que se "dopan" para delinquir.
Con estos "culicagados" en armas, se necesita dar fuete parejo, porque cuando sean adultos, se encontrarán una atmósfera política más corrupta aún que la cama donde nacieron, permitiéndose delinquir con el derecho de hacernos el ademán de las "chácaras". Lo peor, muchos chiquillos maleantes descollarán , ya no tan incultos ni mal hablados, como algunos locutores de radio y televisión, sino como verdaderos profesionales del crimen que se valdrán de sus normas aprendidas en la violencia y la amenaza.
En otros países, fiscales y Cortes también les temen y los miman, porque les tienen pánico a sus tropas de choque, varilleros, maleantes y de secuestradores.
El asesinato en Panamá , es el espejo más diciente del horror en que vivimos. La culpa es de los gobiernos presas del populismo y del "clientelismo criollo".
Es por ellos que se mantiene en el país una población flotante arriba de 200 mil menores de balde, recurso utilizado por las crecientes mafias y semillero de una política criminalizada con posibilidad de tomarse al estado.