Si había una medalla de oro que todos los cubanos querían y debían ganar en los Juegos de Beijing 2008 era la del béisbol, su deporte nacional por excelencia, y con una supremacía indiscutible en el campo internacional y olímpico.
La derrota ante Corea del Sur dejó al dirigente del equipo cubano, Antonio Pacheco, en la posición de reflexionar sobre lo sucedido y su argumento fue tan simple como lo que refleja el deporte del béisbol, que nadie llega favorito a un campo de pelota.