Cuando el hombre y la mujer quieren tener sexo, ambos deben estar muy concentrados porque, de lo contrario, aparecen uno que otros enemigos que hacen que ese deseo quede en segundo plano.
Pero cuando hablamos de enemigos, no hacemos mención a una persona en particular, sino a ciertos aspectos que pueden lograr que el hombre pierda u olvide el deseo de la entrega íntima.
Muchas mujeres revelan que jamás en sus vidas experimentaron un orgasmo. Si bien hay muchas razones por las que puede darse esta situación (desde algo orgánico hasta, más bien, psicológico), las causas más comunes son modificables, por ejemplo:
Los complejos: No hay nada peor que estar en el momento de la intimidad desnuda y concentrada en el rollito de más o en que sus caderas se ven más anchas de lo que quisiera.
A los hombres no les importa ese tipo de cosas cuando están en la cama.
Ganas de ir al baño: No es poco común que una mujer, por no querer matar la magia, se aguante las ganas de orinar. Sin embargo, es bueno que sepa que eso puede impedir que alcance un orgasmo.
Así que será mejor detenerse, ir al baño y volver.
Estrés: Nada peor que estar en un momento de pasión pensando en las cuentas, en las deudas, en las tareas del hijo.
Posturas incómodas: Pese a que haya hombres que gusten hacer el amor como trapecistas, para las mujeres no siempre eso es lo mejor, ya que hay posturas más simples que generan mayor placer.