CRITICA EN LINEA 

 

S E C C I O N E S

EPASA EN LINEA

PANAMA AMERICA

DIAaDIA EN LINEA

REVISTA SIETE!


primera plana

portada

al cierre

nacional

política

opinión

el pueblo habla

comunidad

provincias

sport

el mundo

viva

sucesos

 

CRITICA
 
FAMILIA
  OPINIÓN


A veces el león sí es como lo pintan

Hermano Pablo | Reverendo

Cuentan que una viuda pobre, que tenía un hijo de ocho años, le debía dinero a un avaro prestamista que llegaba cada semana a cobrarle. A la desdichada mujer se le hacía cada vez más difícil pagar aquella cuenta.

Un día el prestamista entró en la casa, tomó por el cabello a la pobre mujer y la emprendió a golpes con ella mientras el asustado muchachito temblaba de miedo en un rincón de la sala.

Pasaron los años, y aquel muchacho estudió dibujo y pintura, y llegó a ser un pintor de reconocida fama en la ciudad.

Un día el joven, recordando aquella ominosa escena de su infancia, describió en un lienzo al usurero que golpeara a su mamá. La escena era real, vívida, inconfundible; los personajes fueron dibujados con mano maestra. A ese cuadro, sin duda una de sus mejores obras debido a que la llevaba en el alma antes de plasmarla en el lienzo, le puso un precio mucho más alto que a los demás cuadros.

¡Cuál no sería el asombro del prestamista al pasar frente a la galería en que se exhibían aquellas obras de arte y verse fielmente retratado en aquella repugnante conducta! Avergonzado, le dijo a uno de sus empleados que fuera a comprar el costoso cuadro. En cuanto lo tuvo en las manos, lo hizo pedazos y lo lanzó a las llamas, tratando de destruir así ese clamor de su conciencia.

El joven pintor, al enterarse de lo ocurrido, le llevó el dinero a su mamá y le dijo: «¡Aquel malvado compró su propia imagen para destruirla, pero jamás podrá deshacer la que yo llevo grabada en los ojos desde niño!»

En la actualidad hay muchos que tratan su pecado del mismo modo en que aquel prestamista trató el suyo. Maltratan a Dios de palabra y con su conducta, y luego tratan de comprarlo con sus buenas obras y sus limosnas. Algunos de los que tienen con qué hacerlo hasta dan grandes sumas de dinero a la Iglesia a fin de acallar la voz de su conciencia, como si esa fuera la moneda con que se salda la cuenta del pecado.

Cristo pagó el alto precio de nuestra redención para que nosotros no tuviéramos que pagarlo. De ahí que el único modo de deshacernos de nuestros pecados es confesándoselos directamente a Dios y pidiéndole perdón. Basta con que hagamos eso para que Él nos perdone y borre todos los pecados que aparecen en el lienzo que representa nuestra vida pasada.



OTROS TITULARES

Historia en el montículo

Sin embargo, me creo por encima de todos

Vocación docente

Mundo cooperativo

Buzón de los lectores

A veces el león sí es como lo pintan

El Hijo del Viento

 


 

  





linea
linea gris
 

   copyright © 1995-2009, CRITICA EN LINEA
todos los derechos reservados