Como decíamos allá en Las Tablas,"vuelve la puerca y jala el cuero". Otra vez los legisladores, quienes para limpiar su deslucida imagen ante el pueblo panameño, se cambiaron el cargo por el de Diputados, volvieron a sus andanzas con las exoneraciones de automóviles lujosos, lucrando por enésima vez con los impuestos del fisco nacional.
Tremenda jugada de circo político, la de estos señores cada cinco años con sus compinches de las empresas vendedoras de autos, participantes del negociado a costillas de los recursos del Estado.
La misma Cámara de Comercio, donde deben estar afiliados los vendedores de los carros, calificó de "burla al pueblo este escándalo". A confesión de parte, relevo de pruebas.
Pero observe amigo lector que el hueco en las recaudaciones públicas es cada vez más grande, ahora al "club de exonerados" se suman los del PARLACEM, organismo regional que además de concentrar a distinguidos políticos sirve de madriguera a ex gobernantes corruptos.
Del otro lado de la moneda, cuando un pequeño empresario, o un ciudadano común, interesados en poner un ventorrillo comienzan los trámites, enseguida les caen encima una docena de instituciones del gobierno, antes las cuales deben tributar impuestos sin chistar palabra.
Lo más vergonzoso de la acción es la manera solapada como se maneja el papeleo y las aprobaciones para finalmente completar una transacción, autorizada por ley, pero a espaldas de las mayorías.
Nuevamente se ha remecido ese árbol, pero esas manzanas volverán a caer otra vez, porque los electores votarán por los mismos truhanes y la flama levantada esta mañana por el escándalo, se apagará con las primeras sombras de la tarde, cuando otro gobierno, o quizá este mismo, nos pida más sacrificios.