Al recordar algunas "gracias" que ocurrieron en el periodismo de los años finales del cincuenta y sesenta, comprendo que no se puede decir que "todo tiempo pasado fue mejor". A los estudiantes de periodismo se les dice que "la mentira no es noticia". Tampoco es noticia el bochinche, que no es más que una mentira que circula en la comunidad.
Pero yo conozco casos en que malos periodistas usaron la mentira para aumentar la circulación de sus periódicos.
Uno de esos casos fue el del "Gigante de Tres Quebradas". Sin sonrojo alguno, se inventó que en ese alejado poblado del interior vivía un hombre de "casi tres metros de altura".
La falsa noticia caló en muchos panameños vida-ajena, que son tan ingenuos que se "comen cualquier cuento".
Entonces se inventaron supuestas andanzas del gigante. Se decía que lo veían en tal lugar, que era así y asao, que escapaba de la gente.
El otro periódico estaba molesto porque el cuento mejoraba la circulación del contrario. Entonces inventó que "encontraron muerto al gigante de Tres Quebradas".
El asunto no se quedó allí. Inventaron que ese dato era falso, que no era el verdadero gigante, etc.
Otro invento fue el del llamado "violador del petate". Resulta que por el mercado público violaron a una interiorana.
La mujer declaró que el violador la tiró sobre un petate.
Hubo periódicos que inventaron que un hombre con un petate al hombro, iba buscando cholitas para violarlas.
El asunto lo creyeron tanto, que un pobre campesino que compró un petate en el mercado fue golpeado. Pensaron que era el violador.
También recuerdo el escándalo del "hombre de la camisa Mambo".
Resulta que mataron a puñaladas a alguien por Las Cumbres. Y un supuesto testigo dijo que vio a un hombre con "camisa mambo" (populares en esa época) salir del sitio. Se inventó toda una cacería del hombre con la camisa mambo. Algunos panameños dejaron de usar esa camisa para que no los confundieran".Ni hablar de las falsas noticias sobre fantasmas, aparecidos, posesiones demoníacas y maravillosas curaciones. A cada rato salían en los periódicos populares de hace cuarenta y cinco años.
(Ojalá esta mala práctica haya terminado ahora).