EDITORIAL
Triste récord
Panamá tiene el nada envidiable récord de acumular uno o dos asaltos diarios, los que se dan en robos a la propiedad privada, a bancos, a turistas y en taxis de alquiler. Esa cantidad ha aumentado desde el momento en que ha disminuido la vigilancia, y la seguridad en manos de las autoridades ha decrecido. Proporciones guardadas podemos decir que estamos a merced del hampa. No pasa un día sin que los medios de comunicación registren un asalto bancario sin que las víctimas no dejen de sospechar de algún "gato de casa", encubierto en la fechoría. Así mismo, le ocurre a los turistas, al infiltrarse la información por algún agente encubierto de la cantidad de dinero que introducen en el país, los visitantes foráneos. Lamentablemente las investigaciones quedan en nada y al poco tiempo se olvidan, debido a que crece el número de denuncias contra tales ilícitos.
Creemos que las autoridades de Policías, no deben descuidar más este aspecto, porque la seguridad pública es lo que garantiza la permanencia en una nación de inversiones extranjeras. En momentos en que se cuestiona aquí en Panamá, la falta de seguridad jurídica y se vislumbra una catástrofe financiera por una huelga en las bananeras, descuidar la vigilancia significa echar sal en la herida a los tantos problemas que tiene el país, y que la politiquería promovida por los gobernantes no permite afrontar. El gobierno parece tener otras prioridades que no son las urgentes necesidades de rebajar la canasta básica familiar y los servicios públicos de luz, teléfono, agua y vivienda. A todo esto, la situación se agrava por la inseguridad que se percibe en todos los estratos sociales y de los cuales ya no es posible discriminar los altos índices de suicidios, la falta de salubridad, el poco acceso a la educación y el indolente retraso en el pago a los docentes.
Somos dueños, pues, de un récord que nos sitúa en los más bajos niveles y que sólo desaparecerá en la medida en que tengamos un gobierno progresista.
PUNTO CRITICO |
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