Un movimiento internacional infantil se ha planteado el desafío de convertirse en interlocutor de los trabajadores más pequeños para defender ante la ONU su derecho a ganarse el pan de una forma digna y sin maltratos.
Así se ha propuesto en Asunción el Movimiento Latinoamericano y del Caribe de Niños y Adolescentes Trabajadores, tras deliberar durante seis días, con el fin de plantear una serie de exigencias a la Cumbre de la Infancia que se realizará en setiembre próximo en Nueva York.
"Lo que el movimiento busca es coordinar ideas entre todos para encontrar una salida o alternativas a un problema que para nosotros es una realidad, el trabajo infantil", dijo a EFE Rosemary Portilla, coordinadora peruana del evento.
Rosemary considera que los gobiernos de la región y los organismos internacionales como Naciones Unidas y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ya no deberían empeñarse en la prohibición estricta del trabajo infantil.
El problema de la explotación infantil "no es una plaga, sino una realidad sobre la que hay ser capaz de reflexionar", expresó Rosemary, una joven de 18 años que ayudó a crear el Movimiento, en Lima, en 1988.
La joven explicó que con el pronunciamiento del Movimiento, que reúne a jóvenes trabajadores de entre 9 y 18 años, tratarán de llegar a la Cumbre para hacer notar que los niños y adolescentes "tienen iniciativas propias para agruparse en diferentes países".
En la reunión de Asunción tomaron parte alrededor de sesenta menores de 14 países para debatir la situación de esa población latinoamericana que por diversas razones se ha visto obligada a insertarse prematuramente en el mercado laboral.
"La cifra de los niños trabajadores es totalmente variable porque están los que lo hacen en el campo, en sus hogares o en la calle, y los organismos cuentan solamente a los afectados por los niveles de explotación", indicó Rosemary.
El nivel de la pobreza de una generación que intenta reaccionar para revertir la explotación puede reflejarse en Johana Marilyn Rodríguez, una niña de 13 años que gana el sustento diario vendiendo coco en un populoso mercado al norte de la capital salvadoreña.
"Ayudo a mi mamá vendiendo cocos en el mercado de San Miguelito y así me gano dinero para la comida.El trabajo es duro porque muchos somos maltratados: Nos exponemos a los atropellos o a los golpes de los hombres ebrios", comentó la menor a EFE.
Johana explicó que en su país no se respetan las leyes y que en muchos casos son los propios padres los que las violan, al comentar que conoce casos de niños de su edad que son enviados a la calle para trabajar mientras sus progenitores se quedan en casa.
Derlis Herrera, coordinador paraguayo de la reunión, explicó que el movimiento no pretende promover la explotación, sino luchar por una igualdad laboral y condiciones dignas tanto para el adulto como para el niño trabajador.
Agregó que los niños trabajadores son una realidad "de hierro" en América Latina que no se puede ignorar, y atribuyó el fenómeno a los malos gobernantes, que han contribuido a un estado de empobrecimiento y a una concepción cultural muy particular.
"No podemos ir contra esos patrones culturales.Acá en Paraguay, por ejemplo, la niña desde los 6 ó 7 años debe ayudar en las tareas domésticas, y el niño al padre en la chacra (plantación)", apuntó Herrera.
El Movimiento anunció en un pronunciamiento que exigirá a la Cumbre que la mendicidad se equipare a la prostitución y la pornografía infantil para que sea declarada un delito, y no un trabajo de explotación, como hasta ahora.
"Nosotros queremos remarcar que son delitos y que hay que sancionar a los responsables, y no al niño", insistió Rosemary. |