Muchos sienten que no son discriminadas, pero en realidad sí, dependiendo de los casos. Estas son mujeres que han decidido a quedarse en casa a realizar la labor más difícil: cuidar a los niños.
En Panamá no se manejan porcentajes globales para hablar de cifras, pero en otras naciones sí.
Ellas son llamadas amas de casa y, en algunos casos ejecutivos del hogar. Como quieran que las llamen están careciendo de los derechos sociales que corresponden a cualquier trabajador como, por ejemplo, la pensión por jubilación y discriminación fiscal. El Estado considera que sus ingresos son 0 -en consecuencia, no hay ningún tipo de renta.
En países como España hay nueve millones de mujeres que son amas de casa. Pero no todas están cortadas por el mismo patrón. Hay importantes diferencias entre ellas según la edad, el nivel educativo, económico y el medio rural o urbano donde residan.
De esta cifra global, 6 millones no desarrollan ninguna actividad profesional y son las que sufren una mayor discriminación. Otros 3 millones, fundamentalmente jóvenes, trabajan también fuera del hogar. Y aunque el 55% de este último colectivo aporta la mitad o más de los ingresos que sustentan a sus familias, recae también sobre ellas la mayor parte de las tareas de la casa (por las que no reciben ninguna compensación económica).
El nivel de ingresos no influye mucho en la intensidad ni en el horario de trabajo de las amas de casa. De hecho, cada vez son menos las mujeres que disponen en su hogar de una persona que les ayude, a cambio de dinero, a realizar las labores domésticas.
Está bueno en el país que las madres de nuestros chiquillos no sean consideras trabajadoras como tal. Ojalá esto cambie próximamente.