FAMILIA
Narcóticos Anónimos

Joaquín Arias
Crítica en Línea
En el Duodécimo Paso ponemos en práctica los principios espirituales de pasar el mensaje de recuperación de N.A. a fin de conservarlo. Incluso el miembro que llevan un solo día en N.A. puede ya llevar el mensaje de que este Programa funciona. Cuando compartimos nuestra experiencia con un recién llegado, posiblemente sea mejor que pidamos ser utilizado a modo de instrumento de nuestro Poder Superior. No nos proponemos ser dioses nosotros mismos. A menudo solicitamos la ayuda de otro drogadicto recuperándose. Es un honor el responder a un grito de auxilio. Los que hemos estado en las profundidades de la más total desesperación nos sentimos afortunados de poder ayudar a otros a encontrar el remedio. Ayudamos a los nuevos a aprender los principios de Narcóticos Anónimos. Procuramos que se sientan bien venidos y les ayudamos a aprender lo que el Programa tiene que ofrecer. Compartimos nuestra experiencia, nuestra fortaleza y nuestra esperanza y, si es posible, les acompañamos a una reunión. El servicio desinteresado de este trabajo es, precisamente, el principio fundamental del Duodécimo Paso. La recuperación que disfrutamos la recibimos de Dios, tal como lo concebimos, y por tanto ahora nos ponemos a Su disposición como instrumentos para compartir la recuperación de aquellos que la buscan. Casi todos aprendimos a su debido tiempo que solamente es posible llevar nuestro mensaje al que realmente pide ayuda. A veces, el único mensaje necesario para hacer que el drogadicto sufriente pida ayuda es el poder del ejemplo. Los drogadictos puede que sufran, pero no siempre están dispuestos a pedir ayuda. Lo que podemos hacer nosotros es mostrarnos dispuesto a ayudarles, de modo que ahí estaremos siempre y cuando se nos pida. Aprender el arte de ayudar al prójimo en el momento oportuno es un logro del Programa de N.A. Curiosamente, los Doce Pasos nos guían desde la humillación y la desesperación hasta una situación en que podemos actuar como instrumentos de nuestro Poder Superior. Se nos proporciona la habilidad de ayudar a compañeros drogadictos cuando nadie más puede. Así vemos que sucede entre nosotros todos los días. Esta milagrosa paradoja es evidencia del despertar espiritual. Compartimos, de nuestra propia experiencia personal, lo que nos pasó. La tentación de dar consejos es fuerte pero, si los damos, perdemos el respeto de los recién llegados. Distorsiona nuestro mensaje. Lo que suena genuino es, simplemente, un mensaje honesto de recuperación de la drogodependencia. Acudimos a reuniones y nos hacemos bien visibles y disponibles a la sociedad de N.A. Ofrecemos con generosidad y con gratitud, tanto tiempo como servicios y otras cosas que en la sociedad encontramos. La noción de servicio en general de que hablamos en Narcóticos Anónimos es el propósito principal de nuestros grupos. Trabajar en servicios incluye el llevar el mensaje al drogadicto que todavía sufre. Cuanto más intensamente nos abramos camino al respecto y verdaderamente trabajemos, tanto más rico será nuestro despertar espiritual. La primera forma de llevar el mensaje no necesita explicaciones.
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