Gore lucha contra su rigidez para conseguir presidencia

Washington
EFE
Doce años después de intentarlo por primera vez, Albert Gore está más cerca que nunca de conseguir sentarse en el despacho oval de la Casa Blanca, pero a sus 52 años sabe muy bien que el peor enemigo para lograrlo es él mismo. Gore pronuncia esta noche ante la Convención demócrata el discurso de aceptación de la candidatura presidencial, una intervención en la que tendrá que demost tiene una clara madera de líder. A pesar de sus esfuerzos, Gore no consigue despegarse de una imagen rígida y aburrida que, aunque según sus amigos nada tiene que ver con la realidad, le acompaña durante toda su vida pública. Aseguran que lo ha intentado todo, incluso mofarse de sí mismo, pero los resultados de sus esfuerzos son casi imperceptibles. Gore es como es y, según sus asesores, a estas alturas de su vida es mejor que no intente cambiar. Y es, según dicen, honesto, serio, trabajador, concienzudo, compasivo, inteligente, metódico, hombre de familia e, incluso, "divertido". Pero esto último no es fácil de comprobar y las reglas no escritas de las largas campañas electorales de EEUU requieren de un candidato no sólo capacidad y liderazgo sino también grandes dosis de simpatía y afabilidad, algo que le sobró siempre a su jefe, Bill Clinton, el hombre de cuya sombra Gore quiere despegarse ahora. El origen del envaramiento quizá esté en la sólida y firme disciplina que el joven Al, hijo del entonces senador del mismo nombre, recibió en el exclusivo colegio St.Albans de la capital estadounidense y en el relativo poco roce que tuvo con la gente de a pie. St.Albans es uno de esos colegios que imprimen carácter y pasan a formar parte del currículum de sus alumnos, junto a Harvard, la Universidad de Massachusetts en la que el actual vicepresidente se graduó en asuntos gubernamentales en 1969. Gore, que desde niño conoce Washington a través de la ventanilla de un coche oficial, se dejó reclutar por el Ejército para ir a Vietnam donde, con todas las garantías de seguridad, ejerció como reportero militar de guerra durante seis meses. Al regresar de la guerra volvió a Tennessee, donde le ofrecieron un trabajo, también como reportero, en el periódico de Nashville "The Tennessean" y, en 1971, mientras trabajaba en el turno de noche del diario, decidió volver a la Universidad -en este caso la de Vanderbilt, en Tennessee- para estudiar Teología. "Quería profundizar en muchas cuestiones espirituales que en ese momento eran lo más importante para mí", explicó posteriormente Gore quien, en 1974, ya calmado el espíritu, decidió empezar Derecho para, casi inopinadamente, presentarse al Congreso en 1976, algo que no le gustó mucho a su esposa, Tipper, con la que se casó en 1970 y tiene cuatro hijos. Las biografías dicen que fue gracias a su nombre, pero lo cierto es que el joven Al, con sólo 28 años, dejó atrás sus trabajos de reportero, sus inquietudes religiosas y sus estudios de leyes para seguir los pasos de su padre en el Congreso. Y volvió a Washington, donde fue reelegido tres veces más como miembro de la Cámara de Representantes hasta que, en 1984, surgió la oportunidad de aspirar a un escaño en el Senado y Tennessee tuvo nuevamente un senador Gore. En el Congreso defendió posiciones demócratas conservadoras, fue más moderado de lo habitual entre sus correligionarios en asuntos como el aborto o el control de armas y desarrolló un inusitado interés por temas científicos y del medio ambiente que le llevaron, años después, a reclamar, por ejemplo, "ser el padre de Internet". Esta ingenua apropiación es todavía hoy una fuente constante de bromas en torno a la figura del actual vicepresidente que, no obstante, tiene una merecida fama de ecologista. Autor en 1992 de un libro al respecto -"Equilibrio en la Tierra"- Gore utilizó el tirón electoral que estos temas podían tener a finales de los años 80 para, en 1988, todavía con 39 años, aspirar, por primera vez, a la candidatura presidencial demócrata. Sus intentos no tuvieron futuro.El candidato Gore estaba tan verde como sus propias ideas y tuvo que retirarse.Para la campaña de 1992 volvió a coquetear con la idea pero un automóvil atropelló su único hijo varón, Al Gore III, entonces de 9 años, y se retiró de la contienda. Hizo bien porque nunca hubiera podido hacer nada teniendo como contrincante el encanto personal y la picaresca de Clinton pero, gracias a que se retiró, éste le llamó. Conquistaron la Casa Blanca y, a pesar de haber estado ocho años en la oscura sombra de un brillante Clinton, Al ha conseguido lo que, quizá, nunca hubiera obtenido de otra forma: ser candidato a la Presidencia. Ahora se separa de Clinton, se purifica de los escándalos -como la recaudación ilegal de fondos en la anterior campaña- que pudieran salpicarle y, sobre todo, lucha por poner rostro humano ante unas elecciones que se adivinan cerradas y en las que tendrá que luchar contra George W.Bush que, por encima de todo, dicen que es "encantador".
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Ahora se separa de Clinton, se purifica de los escándalos -como la recaudación ilegal de fondos en la anterior campaña- que pudieran salpicarle y, sobre todo, lucha por poner rostro humano ante unas elecciones que se adivinan cerradas y en las que tendrá que luchar contra George W.Bush que, por encima de todo, dicen que es "encantador".
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