OPINION

REFLEXIONES
En busca de un nuevo caudillo

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Por Carlos Christian Sánchez
Asesor Diplomático

La historia humana está marcada por el liderazgo de hombres (y mujeres) excepcionales que llevaron a las naciones por el camino del progreso democrático social en algunos casos, mientras que por el otro lado, la falta de gobiernos estables hizo crear dictaduras férreas que fueron dirigidas por la mano de hierro de un dictador.

En el péndulo de la variable sobre los denominados "caudillos", nuestra América Latina ha estado inmersa, desde sus primitivos orígenes, en el vaivén de sistemas de gobierno basados en ese concepto. Mucho antes que llegaran los europeos al Nuevo Mundo, ya los reinos amerindios azteca, maya e inca, se basaban en el concepto de clanes comandados por un máximo líder. Después de la Conquista, no fue difícil adaptar las clases sociales indígenas al imperio colonial, pues el Rey de España reemplazó al Tlatoani o al Gran Inca.

Pero en los tiempos actuales, y como vimos el siglo pasado, la realidad es que siempre los pueblos necesitan de hombres visionarios que lleven la batuta de los cambios necesarios en las naciones. En la historia de la República de Panamá, pocos ciudadanos tuvieron el honor de ser considerados como caudillos: Belisario Porras, Arnulfo Arias Madrid y Omar Torrijos Herrera.

Pues claro, hay otros muchos personajes que han merecido el reconocimiento de sus esfuerzos por mejorar el país, pero casi nadie tiene el don de poder convencer a las multitudes y dirigir el destino de una nación, con la convicción de que serán respaldados por la confianza popular.

La realidad es que, después de 1981, ya no hubo más caudillos. Por desgracia, la política istmeña se volvió más sucia y perdió el respeto tras convertirse en mero escudo legal de los grupos sociales más acomodados. Otra fecha, 1968, marcó el declive de los partidos políticos, degenerando en una dictadura militar que todos conocemos, cuyo peor representante fue Manuel Antonio Noriega, un verdadero dictador.

Del pasado oscuro, no tan remoto, han vuelto a surgir meros intentos de liderazgo político, de los restos de esas fuerzas políticas atrasadas, como los representantes de los liberales, los residuos del otrora "Panameñismo", hoy llamados Partido Arnulfista, e incluso el mismo Partido Revolucionario Democrático (PRD), que intenta convertir a "unos de los hijos del General" en "HEREDERO UNGIDO", para ponerlo en la Presidencia en el 2004.

La verdad es que ni Martín Torrijos y ni Alberto Vallarino Clement son personajes que uno puede considerar como "líderes" de una fuerza. ¿Usted confiaría su destino a estos ciudadanos, casi tan ciegamente como lo hicieron nuestros padres cuando votaron a confianza por el "Fufo" o por el "Comandante en Acción"?

Quizás dentro de diez, veinte o cincuenta años, nacerán otros verdaderos líderes. Deberán pasar muchas generaciones y cambios sociales para que volvamos a creer en ciudadanos que merezcan ser llamados caudillos.

 

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