El papa Juan Pablo II llegó ayer en su novena visita a su patria para volver a los lugares que alimentaron su fe en un peregrinaje que, según los polacos, dará nuevo vigor al pontífice enfermo. Más de 10.000 peregrinos ondearon banderas polacas y del Vaticano al recibir emocionados al Papa en el aeropuerto Balice de Cracovia y jalonaron la ruta entre el aeropuerto y la residencia arzobispal, donde se alojará.
El presidente de Polonia, Aleksander Kwasniewski, recibió al Santo Padre. La capital medieval, donde el joven Karol Wotyla fue ordenado sacerdote y finalmente llegó a ser arzobispo, estaba adornada con banderas, festones y carteles que anunciaban su visita, que muchos temen podría ser la última.
"Lo consideramos como el dominio del espíritu sobre la materia", dijo Jacek Krupinski, viejo amigo de Juan Pablo II. Cientos de fieles esperaron su llegada al arzobispado, bajo lluvias intermitentes. Los peregrinos llegaron de todos los rincones del país a bordo de trenes y autobuses para la visita papal de cuatro días y probablemente excederán los 4 millones.
El itinerario papal está limitado a Cracovia debido a sus dificultades de movimiento y se concentra en los lugares que inspiraron su fe, incluido un santuario en una montaña, que visitó de niño, y otro donde oró durante la ocupación nazi.
La ceremonia más importante de la visita será la consagración de la basílica de la Misericordia de Dios en el distrito Lagiewniki de Cracovia, un santuario muy popular dedicado a Santa Faustina. El pontífice dirá una misa ante unos 2,5 millones de personas en Cracovia, mañana domingo. |