Una luz de esperanza en medio de la violencia

Florencio Gálvez
Crítica en Línea
La violencia en Curundú ha sacudido sus entrañas con secuelas de muertes, heridos, detenidos y allanamientos de residencias, a diario, por unidades de la Policía. En más de una ocasión, los moradores han reiterado que tienen derecho a vivir en una comunidad resguardada contra la violencia callejera. La representante de este corregimiento, Hermisenda Perea, acepta que la comunidad que dirige está envuelta en una ola de violencia sin control, pero en medio de ella siempre resurge la esperanza, y es así que se cedió un terreno para ampliar Casa Esperanza, obra que es dirigida por un grupo de damas panameñas y residentes de esta comunidad. Cerca de doscientos niños cuyas edades fluctúan entre 3 a 17 años de edad, podrán recibir asistencia educacional y otros beneficios con la ampliación de las instalaciones de Casa Esperanza, en Curundú, señaló Roxana Méndez de Arosemana, directora ejecutiva de esa entidad. Esta ampliación fue posible gracias al aporte de la Asociación Pro Niñez Panameña, que aportó los más de 50 mil balboas que se invirtieron en la remodelación de este centro, a fin de prevenir que los menores salgan a las calles del país a ganarse la vida como una alternativa de subsistencia. En ese lugar se le brinda a los infantes "servicios de nutrición, seguimiento a su salud, apoyo escolar y, sobre todo, atención a los niños preescolares en su formación inicial, complementado con actividades deportivas", aseguró Méndez. Casa Esperanza ofrece en este centro preventivo comunitario los servicios de educación, salud, alimentación, nutrición, deportes y recreación, formación social, así como capacitación y orientación familiar. Los niños de Curundú deben tener un futuro digno, tal como se lo merecen, manifestó la señora Roxana Méndez de Arosemena, directora ejecutiva de Casa Esperanza. Además los niños, niñas y adolescentes que se benefician de los programas de esta organización podrán contar con mejores condiciones y estarán en un área de menor peligro, a fin de recibir la atención por parte del grupo de educadores de esa institución, quienes trabajan en la labor de afianzamiento en las distintas asignaturas. Dios quiera que esta obra impulsada con sentido social siga adelante, para bien de los infantes del corregimiento de Curundú, que no sólo debe ser visto como un sitio que refleja criminalidad, sino que tiene otra cara, con niños que reciben educación y cuidados para evitar que caigan en la violencia y en manos de personas inescropulosas.
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Los niños de Curundú deben tener un futuro digno, tal como se lo merecen, manifestó la señora Roxana Méndez de Arosemena, directora ejecutiva de Casa Esperanza.
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