NACIONALES


Había una vez...

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José Chen Barría
Cr�tica en L�nea

Había una vez un pequeño país que la naturaleza ubicó geográficamente en el centro del planeta Tierra. En él solo habitaba una pequeña población de 2.8 millones de personas.

El país tenía grandes riquezas y recursos. Era un centro financiero y bancario importante. Tenía una gran Zona Libre de Comercio, modernos y eficientes puertos en ambos océanos, un ferrocarril interoceánico. Sus tierras eran muy fértiles. Por su belleza natural las posibilidades turísticas eran ilimitadas, su riqueza marina era abundante. Tenía el mayor registro de naves del mundo. Para fines de siglo recibió de regreso un Canal Interoceánico vital para el comercio mundial, además de valiosas infraestructuras militares, residenciales, comerciales, aeronáuticas, portuarias, industriales, educativas y de comunicación de valor incalculable.

La mayoría de su población era alegre, sencilla, acogedora, cálida y de carácter tropical. Les gustaba pasarla bien, divertirse, "vivir el día" lo mejor posible sin preocuparse del mañana.

Pero, en el país, el 1,131,439 de la población vivía en pobreza, de los cuales 741,612 vivían en extrema pobreza, con pocas esperanzas de "romper el círculo vicioso de la pobreza", pero con muchas posibilidades de producir una explosión social. Este país tenía uno de los más altos índices de concentración de riquezas y una de las peores distribuciones del ingreso en América Latina.

Su sistema educativo fue calificado de obsoleto, atrasado, con planes y programas de estudios que no responden a la necesidad del país, menos a un mundo moderno, científico y globalizado. Cada año, a inicios de clases, eran frecuentes las quejas de que las escuelas no estaban reparadas y los educadores no habían sido nombrados. Los docentes en función se consideraban mal pagados, algunos trabajaban en dos o tres trabajos adicionales para "redondearse el ingreso". Para empeorar la situación, en su capital, las riñas, peleas o trifulcas entre algunos estudiantes de colegios secundarios oficiales eran frecuentes y en algunos casos terminaron con heridos y muertos.

La desnutrición de la población infantil era alarmante. En el interior del país su población estudiantil primaria estaba mal nutrida y el gobierno diseñó un plan de "un vaso de leche con una galleta nutritiva", para distribuirse en algunas comunidades muy pobres, sólo durante el período escolar y para los que asistían a la escuela, pero ningún gobernante enfrentó este problema con decisión, voluntad y coraje.

Pocos comprendieron que un niño desnutrido no rinde, no aprende, no goza de buena salud y no se desarrolla física ni mentalmente de forma normal. En el país cada año 12,000 niñas menores de 18 años se hacían "niñas-madres", al traer al mundo un hijo que pudo ser producto de una relación sexual ocasional, pasajera, sin compromiso, ni con hogar estable, 12,000 niños, nacían a consecuencia de "meter la pata", olvidarse de la pastilla o el condón, incestos, violaciones, borracheras, carnavales, drogas, fiestas de pijamas, sexo para "pasarla bien" o "estar inn". Este era un semillero importante de las futuras "madres solteras"; según registros, existían en el país 150,000 niños(as) sin padres o sea "no reconocidos". Y adicionalmente se reportaban cerca de 13,000 casos de maltratos a mujeres y de violencia intrafamiliar.

En el país existían 100 pandillas juveniles reconocidas y organizadas, que imponían un "régimen de terror" en sus barrios y comunidades, en donde la policía nacional era muy poco lo que podía remediar. Para el año 2001 se reportaron que de 301 homicidios, en el 20% de esos casos habían participado o perpetrados por menores de edad. Las pandillas con estructura, jerarquía, código de conducta y mando se distribuirán así: 30 en Curundú, 20 en San Miguelito, 10 en San Joaquín, 8 en Barraza y Chorrillo, 8 en Carrasquilla, 4 en Panamá Viejo, y el resto en Colón y el interior de la República. La delincuencia e inseguridad ciudadana era tal que para el 2001 se denunciaron 30,000 delitos, entre ellos 5,183 robos, 301 homicidios, y 1,054 violaciones, el resto secuestros, hurtos y delitos comunes.

Cada 17 minutos se reportaba la comisión de un delito en el país. Cada hora y 40 minutos se reportaba un robo, y 13 hurtos diarios en su capital. Todo esto sin registrar los robos y hurtos que no se reportaban, porque sus ciudadanos estaban convencidos que reportarlos era "perder el tiempo". La sociedad estaba enferma, el tejido social carcomido ante la indiferencia de muchos y la preocupación de pocos.

El desempleo era según todas las encuestas el principal problema que preocupaba a sus habitantes. Oficialmente se reconocía una tasa de desempleo del 17% de la población económicamente activa. En algunas ciudades y sectores económicos esta cifra era mayor.

En las avenidas de su capital, cada día aumentaba el número de personas vendiendo de todo: legumbres, frutas, gaseosas, pastillas, libros, rosas, artículos eléctricos, etc., y hasta las empresas telefónicas globalizadas entraron al mercado informal y vendían tarjetas prepago y a esto le llamaron "micro -empresarios", lo que popularmente se conocía como "buhonería ambulante" o "economía informal". Al estacionar un auto se cobraba el impuesto de estacionamiento de los grupos organizados llamados "bien cuidao". Si no se pagaba este impuesto de estacionamiento, se corría el riesgo de que lo rayaran, le robaran las copas y el mismo auto.

El "juega vivo" era el valor más intrincado en la sociedad. Ganar dinero fácil sin esforzarse mucho era para muchos una forma de vivir. Recibir un salario sin tener que trabajar. El trabajo era una necesidad, no una forma de prosperar. La sentencia bíblica de "ganarse el pan con el sudor de la frente" distorsionó el valor hacia el trabajo como medio de realización humana.

El sistema político era una "caricatura de democracia", en donde el gobierno nunca era para el pueblo y menos con el pueblo. La democracia sólo funcionaba para los partidos políticos, los políticos y la clase gobernante. La estructura de poder y de gobierno era costosa; corrupta; ineficiente; burocrática, distinguida por el favoritismo, negativismo, clientelismo político, prebendas, apadrinamiento, el "quítate tú, para ponerme yo" era el himno de batalla entre políticos.

El uso de los recursos y activos del Estado para enriquecerse ilícitamente era aceptado como algo normal entre políticos, gobernantes y sus allegados, que cada 5 años se alternaban en el poder. Aprovecha ahora que estás en "la papa" o en el gobierno, ahora o nunca, era la consigna de los gobernantes. Su Asamblea Legislativa era un circo costoso para el pueblo; ineficiente, corrupta, desprestigiada, era el símbolo viviente de la decadencia política del país.

Los salarios, prebendas y canonjías de los legisladores eran una bofetada a la miseria y a la pobreza, a la cual los políticos sometían a su pueblo. No se necesitaban tantos legisladores ni sus suplentes. �Por qué darles autos exonerados, gasolina, franquicia telefónica, nombramientos discrecionales en la planilla estatal y sobornos para aprobar leyes? Se preguntaba el pueblo. La mayoría de los dirigentes políticos y particularmente los legisladores eran "líderes de barro" que nacían y morían cada 5 años. El país estaba lleno de politiqueros, no de estadistas.

Los legisladores se las ingeniaron para burlar la ley otorgándose "inmunidad parlamentaria" para evitar ser enjuiciados. Pero los ex presidentes también, al terminar su período presidencial gozaban de 5 años más de inmunidad, al convertirse automáticamente en "Parlamentarios Centroamericanos", el pueblo no sabía esto, ni siquiera sabía que existía un Parlamento Centroamericano.

Su sistema judicial estaba desprestigiado, acusado de corrupto, ineficaz, lento, falto de independencia, sometido al Ejecutivo y sin recursos.

La impunidad reinaba en el país y parecía que quienes cometían un delito, incluían en sus consideraciones el precio a pagar para comprar un "Sobreseimiento Provisional o Permanente".

La población reflejaba su opinión del sistema judicial con expresiones tales como: "aquí ni se gana ni se pierde reputación", "aquí no pasa nada", "ser honesto es ser pendejo", "lo único que paga es el delito" y "quien tiene dinero, compra justicia". Todo se estancaba, olvidaba o arreglaba "en el debido proceso".

Al Organo Ejecutivo se le acusaba de corrupto, burocrático, lento e ineficaz. Las instituciones no funcionaban; lo único que sí funcionaba eran las coimas o las mordidas.

Los funcionarios honestos del gobierno eran relegados a posiciones secundarias. Desmotivados y mal pagados, se resignaban a trabajar con la esperanza de que algún día las cosas iban a cambiar.

El país estaba endeudado "hasta las zapatillas" con sólo 2.8 millones de habitantes; debía (B/. 8,4) ocho mil cuatrocientos millones de dólares. Sus habitantes tenían que pagar anualmente más de mil millones de dólares en servicio de deuda. Los gastos de los gobiernos superaban los ingresos recibidos por impuestos y este desbalance o déficit fiscal se financiaba con más deuda, aunque todos los gobiernos le prometían al pueblo, cada cinco (5) años, durante la campaña política, austeridad en el gasto público, presupuestos balanceados y cero déficit fiscal. El país se hundía cada día más en el despilfarro y las deudas, la población se empobrecía cada vez más, pero los gobernantes decían "vamos pa�lante", "todo va bien". La seguridad social estaba en bancarrota. Los beneficiarios triplicaban a los cotizantes. El fondo de pensión y jubilación se agotaba, el número de cotizantes no aumentaba. Muchas empresas no declaraban a sus empleados y algunos declaraban y no pagaban. Las medicinas escaseaban, la atención médica se deterioraba y, para colmo de males, cuando los gobernantes necesitaban dinero para sus gastos, lo tomaban del Seguro Social y le entregaban papeles de pago "bonos", además de no pagar sus cuotas patronales y la de los servidores públicos, ni con dinero ni a tiempo. El pueblo tenía hospitales y centros de salud, pero algunos de ellos no tenían personal, medicinas, ni equipos, porque el negocio estaba en la construcción no en la operación. Así pasaban los días en ese bello país tropical, en donde se comercializa con todo. Se vendía la nacionalidad, se traficaba con indocumentados, se negociaban armas, se trasegaba drogas, se lavaba dinero, se contrabandeaba mercancía, se certificaban marinos irregularmente, y se refugiaban delincuentes.

Como el país era cada vez más inseguro, su población se refugiaba en los hogares, en donde construían murallas, se contrataban guardias de seguridad o simplemente cada familia construía su propia celda con verjas y puertas de hierro, en donde quedaban presas de su realidad.

Así pasaban los días, el país se le iba de las manos a su población, sin estar plenamente conscientes de su realidad. Algunos se preparaban para una nueva campaña electoral que presagiaba ser "más de lo mismo", otros meditaban sobre el pensamiento del filósofo Santaya, que sentenció, "Los pueblos que no aprenden de su historia, están condenados a volver a repetirla", mientras otros leían el proverbio chino "Las verdades que menos nos gusta oír, son a menudo las que más necesitamos saber". Había una vez un país...

 

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