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TEMAS DE ACTUALIDAD
Temas Educativos
Fermín Agudo Atencio
Colaborador
El elemento pensante del país está en vigilia, la preocupación irrumpe en el ánimo de un número creciente de ciudadanos, instigados por el rumbo que toma la educación en Panamá. No voy a enunciar pedagogos de otras latitudes, me limitaré a mencionar tres de nuetro medio, cuya lucha fue titánica, desafiando los entuertos de la vida que ellos evaluaban como un tesoro, fueron: Jorge Alcedo, José D. Crespo y Sara Sotillo; cerebros excepcionales, destinaron sus energías a moldear la juventud en una época crucial, reacia a toda innovación trascendente. La civilización daba las señales con la potencia de un viento huracado, entrando en los albores del siglo pasdo. Llegaba la hora de las grandes transformaciones y teníamos, como consecuencias, que estar anuentes de las modificaciones drásticas que se estaban experimentando a la sazón en el movible mundo ilustrado. Con recursos limitados en el campo educativo, generaciones refractarias y neófobas, reaccionarias a todo cambio creativo, los educadores mencionados tuvieron que luchar a brazos partidos, para llevar a su redil a toda oveja que tuviera intención de descarriarse, sin apego al suceso impresionante que acometía con energía. Cuando en otros puntos de la tierra se avanzaba a pleno medio día, aquí apenas despuntaba el alba en el horizonte. El cambio no fue fácil, siempre nos revelamos a entrelazar las manos con todo lo nuevo, nos inclinamos pasivamente hacia el menor esfuerzo, esa es la tendencia, generalmente la noche la empleamos para dormir. Se necesitaban temperamentos decididos, agresivos, antorcha en alto, rompiendo con furor las plácidas y apacibles tinieblas, abriendo el paso rumuroso al conocimiento actualizado. Son los espadachines victoriosos que les fragmentaron la monotonía al tiempo. Y en esa invasión progresiva de ideales elevados, se renovaban los planes que hicieron prevalecer sus proyectos; frente a la aceptación paulatina de jóvenes receptores. Voluntad inquebrantable de centurión enardecido. A decir verdad consiguieron que el pueblo desatara sus manos del verdugo que se las tenía atrapadas: la ignorancia. Esa fue la gloria y por eso los venero. Ochenta años para armar un sistema y en un minuto se descalabra. Maldito destino. No es posible que la violencia, aún imperante, que no hemos podido erradicar de nuestro medio, quiera convertir la escuela en un enorme tinglado, donde impera la ley del más fuerte y el que propina el golpe de gracia con mayor contundencia gana el pleito. Este relajo hay que acabarlo ya, no podemos continuar así, estimada Ministra, un minuto más y quedaremos a merced del pandemonio. La escuela es una institución de respeto y las acciones que se están dando hay que dejarlas abandonadas a la vera del camino. La educación vive de la obediencia, sin este ingrediente moral, podrá haber instrucción pero nunca una formación integral con todos sus elementos complementarios. Jamás podemos permitir que el templo sagrado se convierta en un campo de guerra, esa no es su especialidad.
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