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Sexo y violencia en TV

Adán R. Schultze | Economista

Las telenovelas son un reflejo de la sociedad. Un espejo de la realidad de una cultura, pero observadas desde la perspectiva de un cuento, en episodios dramáticos para atraer la atención del público.

Sin embargo, los programas televisivos de este tipo han comenzado a sacar al aire crudas realidades sobre la vida real, que claro no podemos ocultar, pero que no deben ser ejemplos a practicar.

Mucho revuelo ha causado la telenovela "Sin tetas no hay paraíso", que sale en un canal de televisión local, en donde se destacan los casos de los jóvenes que enfrentan la vida, tomando el camino equivocado, el vicio, la prostitución y la corrupción.

Se destaca el caso de la chica que por naturaleza, no tiene buenos pechos, pero que es seducida por un narcotraficante, que la desprecia por tener de menos. Las malas amistades la convencen de operarse para hacerse crecer el busto, pero no tiene de otra que acostarse con mafiosos y delincuentes para obtener el dinero fácil.

La telenovela en mención es una recopia de la serie de televisión de Colombia efectuada por el Canal Caracol, basada en la obra del escritor Gustavo Bolívar. El objetivo de este tipo de programas es ganar 'raitings' de audiencia, a costa del morbo.

Sí, es la verdad de la vida. Pero este tipo de programación hace más daño a la juventud, pues promueve los malos valores.

Los principales canales de televisión, TVN Canal 2 y Telemetro Canal 13, se han empecinado en efectuar una carrera por atraer a la audiencia, por medio de telenovelas de este tipo, además de mostrar en los noticieros matutinos y vespertinos los casos de violencia extrema, la muerte y la sangre de los inocentes derramada en las calles.

Casualmente, mientras hablamos del caso de la novela perniciosa colombiana, ocurrió el incidente del joven adulto de 21 años que maltrató a un pobre niño de dos años, en Río Abajo. Con una cara de niño de "yo no fui", el maltratador fue sorprendido por los vecinos al cometer actos de violencia contra su hijastro.

Pero allí volvió el caso de la competencia mediática. Por un lado, un canal de televisión dice haber obtenido el video, pero argumenta que no lo mostrará porque puede entorpecer las investigaciones judiciales.

Por el otro lado, el canal rival muestra en horario vespertino el video tomado en celular, en donde se observa el crimen contra el infante. Los directivos de la televisora dicen que no hay problemas en mostrar el filme, por las argucias legales.

La violencia vuelve a colocar a los medios en la palestra. Ya es hora de que las autoridades del gobierno del presidente Ricardo Martinelli tomen cartas en el asunto, para regular la divulgación de telenovelas picaronas y de noticieros salpicados de sangre, dolor y lágrimas.

Más responsabilidad, más prudencia y autocontrol son las recomendaciones que les hacemos a los dueños de las televisoras, pues serán ellas las culpables directas por el incremento del vicio y la violencia en nuestro país.



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