Adrián Alvarado conserva en su piel las marcas de los dientes del lagarto que se lo quería comer.
Los filosos dientes del reptil se clavaron en la piel de Alvarado cuando éste regresaba nadando a la orilla de la playa en Puerto Caimito.
Recuerda que eran las dos de la madrugada, hora en que había regresado de trabajar en el mar, y se disponía a regresar a casa.
Luego de atar a una bolla la "panga", se tiró al agua para regresar a la orilla nadando. Sintió de repente que algo lo prensaba en el hombro derecho y lo halaba hacia abajo.
Afirma que siguió nadando seguro de que el "bicho" no lo seguía, aunque al llegar a la orilla observó abundante sangre en su hombro derecho, además de muchos huecos. Añadió estar seguro de que se trataba de un lagarto que lo atacó.
Según Adrián, prefirió quedarse un rato quieto y luego irse a casa, aunque al día siguiente el dolor en el hombro era prácticamente insoportable y no se podía mover.
Fue entonces cuando los familiares decidieron llevarlo al Hospital Nicolás A. Solano, aunque allí sólo le curaron las heridas y le recetaron cinco inyecciones, además de pastillas para el dolor y la fiebre.
Algunas de las heridas aún expulsan sangre, por lo que constantemente debe estar limpiándolas, según contó.
Asegura que no teme volver a tirarse al agua o regresar a la pesca, aunque es consciente de que el sitio está infestado de lagartos y hay que tomar algunas precauciones.
Por ahora -dice Adrián- no saldrá a trabajar hasta haberse repuesto del todo.
Ahora, sus compañeros de faena han cambiado su apodo a otro relacionado con el protagonista de una película dedicado a la caza de cocodrilos.