EDITORIAL
El estigma
de la politiquería
Eos panameños
tenemos que ir acostumbrándonos a que la política
es el arte de gobernar y no sinónimo de triquiñuela
y de vicios electorales. Hay buenos ejemplos como lo acontecido
con el Dr. Harmidio Arias Madrid y Don Francisco Arias Paredes
cuando este último felicitó a su adversario ganador
en las elecciones de 1932.
Los efectos negativos de la política pensamos que se
habían superado, pero al ver las actuaciones recientes
de algunos legisladores nos ha llenado de profunda tristeza.
Tal es el caso de Juan Manuel Peralta, del Partido Liberal Nacional;
Haydeé Milanés de Lay y Jaime Loré, del
Partido Solidaridad; y de otros que le endosaron sus votos sobre
la Sala Quinta a sus suplentes o asumieron ellos mismos su responsabilidad
de solidarizarse con la aplanadora perredista en la aprobación
del tema que ya es Ley de la República.
Lo que nos preocupa es que entre los políticos debe
haber una onza de lealtad. Los tiempos ya deben haber cambiado.
"El juega vivo" de algunos legisladores no sorprende
a nadie porque el pueblo sabe de la falta de valor de algunos
parlamentarios que prefieren "quemar" asus suplentes
pensando que con ello van a ocultar las verdaderas intenciones
de su voto a sus electores.
Esta práctica ya debió haber desaparecido de
nuestra política criolla. Pensamos que la noche de traiciones
y zancadillas había quedado atrás, pero nos equivocamos.
Aparentemente, y hay fuertes rumores de ello, corrientes muy
poderosas y favores de las altas esferas gubernamentales influyeron
en su decisión, quebrando todo principio de lealtad.
La disidencia es una característica de las democracias,
pero cuando se proclama ardorosamente que se está con
una posición, debe mantenerse ese principio porque los
pueblos respetan la verticalidad de una causa, por eso, desprecian
la línea zigzageante que adoptan políticos sin
formación que ante cualquier presión se ponen genuflexos
ante líneas muy superiores.
Es lamentable que se estén dando estos ejemplos ahora
que finaliza el año 2000, cuando se supone que hemos superado
todos los vicios electorales. Las sanciones deben ser severas
para estos tránsfugas que proyectan inconsistencia a la
juventud que se levanta con firmes ideales patrióticos.
PUNTO CRITICO |
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