A ORILLAS DEL RIO
LA VILLA
Los Compadres (I)

Santos Herrera
Eran dos compadres que se querían mucho. Nacieron en la misma calle del pueblo y desde niños siempre andaban juntos. Con las primeras brisas de diciembre, felices volaban sus multicolores y zumbadoras cometas. Unidos iban a cortar al monte el palo de macano para confeccionar bailadores trompos. En las noches claras de verano jugaban la latita, el escondido y "strike mock", y también salían de "bicheras" a los patios de las solteronas o viejitas del pueblo. Con sus biombos cazaron perdices, tortolitas, aliblancas, iguanas y hasta algunos armadillos. Asimismo, con sus jaulas de birulíes, capturaron cantadores bimbines, chuíos y piquigordos. Al mismo tiempo sintieron los primeros aleteos amorosos con tímidas compañeras de aulas y la misma noche se dieron la primera emborrachada. Ya adultos, se reciprocaban en las juntas de embarras, para socolar y limpiar la rosa, para cortar el arroz. Bastante jóvenes se casaron y el que tuvo su primer hijo, cumplió la promesa que siendo unos niños se hicieron, consistente en que el primero que tenía un hijo, buscaba al otro de padrino. Sus familias vivían una cerca por medio y, no obstante tener cada hogar una numerosa prole, jamás hubo entre ellos un disgusto o discusión que manchara tan impecable amistad. Un día, uno de los compadres le pide al otro su burro para ir a buscar al puerto El Agallito, un encargo que había hecho a Panamá. El dueño del animal, con la más pura de las inocencias le pregunta a su viejo amigo qué va a buscar y éste, con su franqueza y sencillez característica, le dice: -Mire compadre, yo mandé a comprar a Panamá cuatro rollos de alambre, cinco sacos de cemento, cincuenta libras de grapas, tres quintales de harina, dos latas de manteca; mandé también a comprar dos bolos de trapiche... De pronto, el propietario de la bestia interrumpe el interminable listado de su compadre y sin dar explicaciones entra a un cuarto de su casa, saliendo con una escopeta se la entrega a su muy querido amigo y le dice: -Bueno, compadre, para que no vaya a matar al burro en el camino con esa carga, es mejor que lo haga aquí mismo, dándole un tiro-. (Continúa).
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