MENSAJE
"Indiferencia depravada"
Hermano Pablo
Costa Mesa, California
El enfermero llenó la
jeringa hipodérmica con Pavolón, un poderoso relajante de
los músculos y la función cardíaca. Bien administrado,
ayuda; con un poquito de exceso, mata.
El enfermero tenía seis enfermos en su lista de esa mañana.
Y Ricardo Angelo, de Nueva York, administró el Pavolón a todos
sus enfermos. Tres murieron, y tres sobrevivieron con ayuda del mismo enfermero.
Esto lo estuvo haciendo Ricardo durante varios meses. Quería ganar
méritos resucitando enfermos y pasar por héroe. Pero fue descubierto,
y ahora enfrenta una sentencia de 61 años de prisión.
Ponía graves a los enfermos para luego salvarlos heroicamente.
"De los llamados casos de indiferencia depravada -comentó el
juez Alfred Tisch-, es el más dramático que conozco".
Cómo definiríamos "indiferencia depravada"? Este
caso fue notable por tratarse de un enfermero profesional, hombre joven
de 27 años, y de un hospital famoso en Nueva York. Administrar una
dosis letal de medicamento a un enfermo, verlo entrar en agonía,
y luego con toda aparatosidad resucitarlo, revela una muy marcada "indiferencia
depravada".
Así también hay personas que, sin administrar Pavolón,
revelan tener una "indiferencia depravada". El hombre que se enamora
de cualquier mujer y abandona a su propia esposa y sus hijos legítimos,
y todavía justifica su acción diciendo que "el hombre
es hombre", acaso no manifiesta igualmente una "indiferencia depravada?".
Y el hombre que sabe que su esposa está enferma y que sushijos
pequeños necesitan alimentos y medicinas, y sin embargo se gasta
en licor, en droga y en parrandas su salario de la semana, no es acaso otro
caso lacerante de "indiferencia depravada?".
Podríamos seguir enumerando los ejemplos. Pero añadamos
sólo uno más. El ser humano, hombre o mujer, joven o viejo,
que hace caso omiso del amor de Dios y del anuncio del Evangelio, y vuelve
a sus espaldas a su Creador, no se convierte también en un caso de
"indiferencia depravada?".
Dejemos esta indiferencia suicida y busquemos hoy mismo a Aquel que es
el Unico Salvador que el ser humano tiene: al Señor Jesucristo.


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