Se podría explicar el número cada vez más creciente de pobres con un diagnóstico trivial: la gente no sabe comprar. Si bien es cierto que las estructuras sociales, políticas y económicas están diseñadas para que algunos pocos vivan muy bien, y una muchedumbre apenas pueda comer, también es cierto que la gran masa no toma conciencia de un gran poder que tiene: la decisión de qué comprar y que no.
Muchos nos dejamos llevar por la publicidad, que nos crea necesidades falsas, y nos invita a comprar esto o aquello. Y al momento de gastar el dinero, lo hacemos sin reflexionar qué es lo que realmente nos hace falta, qué tanta calidad tiene le producto y cómo o dónde puedo encontrarlo más barato.
Cuando todos los consumidores se pongan de acuerdo, y le cierren la válvula de su poder de compra a algunos comerciantes sin escrúpulos, y les obliguen a bajar su precios y mejorar su calidad, o a cerrar su negocio si no escarmientan, entonces la pobreza dejara de ser un problema, para convertirse en un escalón hacia la justicia. |