MENSAJE
Herencia
de Dios

Hermano Pablo
Costa Mesa, California
Se casaron a
lo pobre: fiesta sencilla, vestidos sencillos y ceremonia religiosa
sencilla. Era el mes de junio del año 1921. Pasada la
fiesta, salieron de viaje de bodas, rumbo a la granja donde habrían
de vivir. Se prometieron amor y fidelidad eternos, y con la bendición
de Dios cumplieron sus promesas.
En 1991 celebraron setenta años de matrimonio. Hicieron
una fiesta récord. Los rodeaban quince hijos, ochenta
y cinco nietos y ciento treinta y cuatro biznietos. Henry y Matilde
Thobe, de Ohio, Estados Unidos, dieron gracias a Dios por cumplirles
aquella promesa de los salmos: «Los hijos son una herencia
del SEÑOR, los frutos del vientre son una recompensa»
(Salmos 127:3).
No todo ha de ser crónica de hogares que se deshacen,
de familias que se rompen, de hijos rebeldes, de padres irresponsables.
Hay también noticias buenas. Aún en este siglo
de grandes pecados humanos hay parejas que se unen en el temor
de Dios, y se prometen y se cumplen recíprocamente fidelidad
y amor eterno.
Henry y Matilde Thobe vieron crecer la familia hasta totalizar
doscientos treinta y cuatro descendientes. Vieron también
crecer la granja de media hectárea a cincuenta, y de cuatro
o cinco animales a doscientas vacas y cien cerdos. Con razón,
al cumplir setenta años de casados, dieron gracias a Dios.
Es posible llevar una vida bendecida aun en esta época
de materialismo e incredulidad. Es posible ver crecer a los hijos,
los nietos y los biznietos en el temor de Dios. Es posible llegar
a ser un tronco sólido que echa ramas fructíferas
y frondosas. Es posible disfrutar de una familia feliz, y tener
una vida de gracia y de paz.
¿Qué es lo que marca la diferencia entre una
vida familiar frustrada y una de paz y de armonía? Solamente
la gracia de Dios morando en nuestro hogar. Y esto es sólo
posible cuando uno adopta las enseñanzas de Cristo como
norma de vida. Hay bendición prometida para todos los
que renuncian a su egoísmo y reciben a Cristo como Maestro,
Señor y Dueño.
Una de las muchas bendiciones familiares de la Biblia dice
así: «Que el SEÑOR te bendiga desde Sión,
y veas la prosperidad de Jerusalén todos los días
de tu vida» (Salmo 128:5-6).
Más vale que las parejas que están por casarse
y los matrimonios jóvenes que recién empiezan hagan
de Cristo el Señor de su vida y mantengan entre sí
una absoluta fidelidad. Sólo cumpliendo con las eternas
leyes de Dios es posible llevar una vida bendecida. Esa vida
puede ser suya.
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