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Viernes 14 de julio de 2000


EDITORIAL
Libertad de Expresión

En ocasión de la visita a Panamá del relator especial para la libertad de expresión de la Organización de Estados Americanos (OEA), se han expuesto diversos puntos de vista, algunos de ellos de personas que persisten en limitar ese derecho universal.

Juristas y políticos insisten en mantener la calumnia e injuria como un delito del ámbito penal, a pesar de la corriente existente en un gran número de países, donde los delitos contra el honor se dilucidan en la esfera civil.

Otros más retrógrados apoyan la vigencia de disposiciones que facultan a los funcionarios del Organo Judicial y Ministerio Público, para que sancionen sin previo juicio a todo periodistas o personas, que a su criterio les falte el respeto en el ejercicio de sus funciones.

Quizás muchos han olvidado o no han ejercido el periodismo durante una dictadura, por eso le ponen cortapisas a la libertad de expresión, tomando como excusas el supuesto libertinaje que pueda haber en algunos medios de comunicación social.

Claro que la libertad de expresión debe ejercerse con responsabilidad, pero no podemos aceptar la vigencia o aprobación de nuevas leyes, que limiten la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, tal como la consagran la Convención Americana y la Declaración Universal sobre Derechos Humanos, de las cuales Panamá es signataria.

No dejemos que las diferencias internas y los celos naturales que puedan existir en el ámbito periodístico nacional, afecten un derecho como el de expresión que no sólo es de los periodistas sino de todos los ciudadanos.

Por eso todos debemos unir esfuerzos y hacer un frente común para solicitar la derogatoria de aquellas disposiciones de los Códigos, Administrativo, Penal y Judicial, que facultan a los funcionarios a imponer multas o arrestos, sin un debido proceso y en las que se deja en indefensión a la persona sancionada.

La persona que se siente afectada en su honor tiene los mecanismos de la querella por calumnia e injuria para limpiar su imagen, pero a la vez se le concede el derecho a la defensa a las personas demandada. Querer ir más allá, no es bueno para la libertad de expresión ni para la democracia.

Aunque las ideas que se expongan no sean de nuestro agrado, en Panamá no deben existir leyes que coarten la libertad de expresión, esa es la esencia de ese derecho, reconocer y aceptar la libertad de otros a exponer sus puntos de vista.

Panamá no puede darse el lujo de mantener leyes que permanecen como Espada de Damocles, para ser usadas contra los periodistas, que por naturaleza propia de su oficio no son bien queridos por gobiernos y políticos, sobre todo cuando se denuncian sus abusos.

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Ché Repicado, caballo campeón en Chile triunfo en el Hipódromo Presidente Remón

CREO SER UN BUEN CIUDADANO

Sin embargo, no me gusta leer y estudiar para el futuro

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