Luego de un mes de competición y especulaciones sobre los finalistas, ha concluido el Campeonato Mundial de Fútbol, con un tal vez inesperado monarca que alcanza su cuarta diadema ecuménica.
Italia logró definir su victoria desde el manchón de los penales y doblegó al fantástico equipo francés, que en su carrera hacia el encuentro último había dejado fuera a grandes combinados como España y el pentacampeón Brasil.
Pero más allá de estos comentarios y de quien levantó la Copa de Oro, vale la pena realizar algunos comentarios sobre uno de los grandes jugadores de este torneo y de la historia del fútbol, Zinedine Zidane.
El número diez de la selección francesa fue expulsado cuando faltaban pocos minutos para concluir los tiempos extras, por haber agredido con un cabezazo al jugador italiano Materazzi.
Las informaciones que comienzan a surgir luego de este penoso incidente, anti deportivo y poco laudatorio sin duda, señalan que el futbolista italiano insultó al francés y expertos en la interpretación o lectura de los labios brasileños han dicho que el transalpino ofendió la dignidad de la madre y la hermana del galo.
Otros opinan que lo que escuchó Zidane tenía relación con sus orígenes argelinos y con ciertos residuos del cuerpo luego de la digestión, amén de haberle endilgado también, según las notas internacionales, el calificativo de terrorista.
Los aficionados a este deporte tenemos la costumbre de ver a los atletas como dioses infalibles, incapaces de cometer desaciertos a los que si está expuesto el común de los mortales, por eso se ha deplorado la acción.
Pero Zidane es un excelente representante de este deporte de masas, un virtuoso del movimiento, del control del cuerpo y del espacio, no es un arcángel impoluto sin posibilidad de equivocarse, es un ser humano sobre quien existía una enorme presión, inimaginable para muchos.
Tal vez los improperios son cosa común en una cancha de juegos a este nivel, pero lo que debe ser un asunto de reflexión es el creciente resurgir del racismo en los estadios y en el mundo. Hace poco, en España se multó a una localidad por proferir insultos de esta naturaleza a un jugador africano.
Si el italiano utilizó estos argumentos para desquiciar a Zidane lo logró, pero no debemos convertirnos en jueces de esta acción porque detrás de ella hay un más amplio sendero de iniquidad e injusticia con quienes provienen de latitudes y etnias diferentes.
Finalmente, la FIFA ha premiado a Zidane y esto ha generado diversas reacciones. ¿Olvidan los aficionados que a los italianos les aguarda un juicio por acusaciones de apuestas y manipulación de resultados? ¿Acaso no es esto más grave que el cabezazo de Zizou?