Los humedales de mangles proveen hábitat, lugares para anidamiento y sirven de sitio migratorio para cientos de especies de aves. Los manglares apoyan extensas redes alimenticias de la costa, proveen estabilidad en la línea costera, evitan la erosión y protegen de las tormentas.
Estas formaciones boscosas donde se refugian especies marinas en su fase larvaria y juvenil, actúan como vallas para capturar sedimentos y materia aluvial, estabilizan la elevación de la tierra y promueven la construcción de sedimentos en la zona de marcas. En el portal de Internet, Acción Ecológica, se informa que la destrucción de los manglares en el Ecuador y el monocultivo de camarones produjeron la aparición de plagas en la industria camaronera, siendo las más graves el Síndrome de la Gaviota y de Taura, la Mancha Blanca y la Cabeza Amarilla.
Se calcula que en el año 2, 000 la actividad camaronera en ese país sufrió pérdidas por ochocientos millones de dólares.
A la destrucción de los mangles como la causante de la aparición de esas plagas, se agrega el derrame de contaminantes en los ríos adonde vana a parar desechos industriales, materia fecal, detergentes, aceites y tantos otros productos derivados de la actividad humana.
En Panamá, los manglares también han sido destruidos por la acción depredadora del hombre con el establecimiento de las industrias camaroneras y la invasión de la población a las zonas costeras, sobre todo cuando se trata de obtener rentabilidad absoluta sin un plan sostenible.
En días pasados me llamó la atención ver cómo, todavía se usan postes de mangle para soporte en la construcción de losas en edificaciones que se desarrollan en las poblaciones de Arraiján y La Chorrera. Esta rentabilidad había desaparecido de la industria de la construcción, suplanta por barras de acero más resistentes y seguras e incluso dotadas de tornillos para subir y bajar dependiendo de la altura.
Me tomé el trabajo de llamar a la Autoridad del Medio Ambiente (ANAM) para conocer la procedencia de tanta madera de mangle, pero me contestaron que el manejo y la custodia de ese recurso marino le corresponde a la Autoridad Marítima de Panamá. En la AMP están a la espera de una ley que les traspasaría la responsabilidad ¿y mientras llega la ley?