Si hay algo que nadie soporta, son los "doble caras"; esos hombres y mujeres que frente a tí son un cúmulo de sonrisas, espaldarazos, abrazos y chistes malos, pero que una vez les das la espalda, cada palabra que dice sobre tí está cargada de veneno y rencor.
Si alguien nos cae mal, o nos desagrada su actitud, lo mejor para todos es alejarse de ellos. Guardar distancia. Sólo hablarles lo necesario, si es que estamos obligados a cohabitar con ellos. La mayoría de la gente sensata y con un mínimo de vergüenza, se comporta de la manera descrita.
Pero en el caso del doble cara, todo lo que hace y dice tiene una motivación oculta. Las expresiones que suelta en voz alta, son "bombas de humo" para desorientar al resto del mundo, o a personas seleccionadas, sobre sus verdaderas intenciones. Puedes estar seguro que si descubres los reales motivos que lo impulsan, no será por lo que te dice, sino por las evidencias que tú mismo puedas descubrir.
El comportamiento de los doble cara trae detrás de sí toda una serie de vicios adjuntos, como el odio, la envidia, los celos y las conspiraciones.
Lo bueno de conocer a un doble cara es que, una vez te propina la primera puñalada por la espalda, ya puedes identificarlo y comportarte acorde con la situación.
Sin embargo, dentro del ambiente de trabajo, no es bueno tratar de averiguar la naturaleza de la gente a través de otros, porque nunca sabes cuándo puedes encontrarte con otro doble cara, ni cuántos pueden estar juntos bajo el mismo techo.
Lo mejor es enfrentar tú mismo a la gente, y descubrir por tus propios medios la clase de gente que son. Así ya sabrás qué darle a cada uno, y hasta dónde llegar con ellos.