OPINION


Falta

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Por Milcíades Ortiz Jr.
Catedrático

Era un grupo de turistas que visitaba sitios de interés de Panamá. Por supuesto que luego del recorrido obligado por el Canal y el Casco Viejo, se fue al interior del país. Todo funcionaba bien y la organizadora de la gira estaba contenta. En un sitio del interior los extranjeros disfrutaron de nuestras frutas tropicales.

Una simpática dama de la tercera edad se dio gusto comiendo la dulce y apetitosa papaya. Comió más de la cuenta y claro la fruta comenzó a "moverle" el estómago.

Entonces comenzó una odisea que dejó mal a Panamá.

Cuando la turista tuvo necesidad de ir al baño, la tremenda realidad panameña se hizo presente. En este país que pretende convertirse en un imán para el turismo... ¡no hay baños públicos!

La encargada de la excursión comenzó a pedir favores para aliviar la necesidad de la turista comelona. Lo primero que aprendió fue que en la ruta no hay sitios especiales para que viajeros hagan sus necesidades fisiológicas.

En países modernos como E.U. y de Europa en las carreteras y autopistas existen lugares especiales con baños públicos.

Pero nuestro flamante país no los tiene. Así que no se podía llevar a la dama en apuros a lugares que simplemente no existen.

Entonces la guía pensó en las gasolineras. Descubrió que algunas de ellas no prestan los baños a cualquier persona. Cuando logró a base de ruegos conseguir la llave de uno de estos servicios, conoció otra realidad panameña: El baño estaba sucio, mal oliente, y más bien parecía un "chiquero" (sitio donde los puercos viven...).

Ante la pena de llevar a la turista a esa porquería, la guía pidió trapeador y desinfectante al de la gasolinera. Ella limpiaría el lugar antes de usarlo la turista...

Pero no contó con que la naturaleza no sabe de relojes ni de limpieza. La pobre turista no se pudo contener y se ensució. Esto provocó mucha vergüenza en esa turista extranjera, ya que todo el mundo en el busito se enteró de la tragedia.

Imagino que de vuelta a su país, cuando hable de las bellezas turísticas de Panamá, junto al Canal, el casco viejo y la naturaleza bella, echará pestes por la falta de servicios higiénicos para turistas.

Este hecho estoy seguro que no ha pasado una sola vez.

Y muestra lo poco previsores que somos los panameños. Mientras nos gastamos varios millones de dólares (del pueblo, por supuesto) para publicidad, no contamos con servicios higiénicos en las rutas turísticas.

(Imaginó que las "misses" que nos visitaron llevarían sus excusados portátiles cuando hicieron turismo en el interior).

La culpa de esto la tiene en parte el propio Instituto Panameño de Turismo, institución que debe velar por convertir al país en un lugar apto para el turismo.

Si hubieran destinado un milloncito de la publicidad para hacer baños públicos, estoy seguro que mejoraría la imagen panameña.

Muchos "genios" saben que el turismo da plata, pero que tiene sus exigencias. Una de ellas es la existencia de servicios higiénicos para los visitantes.

 

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