Tener hijos establece una nueva situación sicológica que hace necesarios una serie de elementos que deben reunir las parejas. Es primordial la función educadora de los padres a los hijos.
Es inconcebible una procreación sin educación. No basta con ser padres biológicos; hay que ser padres personales y el primer deber es tener hijos sanos. Esto exige una dinámica nueva entre la pareja que dependerá de la madurez, la preparación personal conyugal y los modelos de paternidad que tengan al respecto.
La familia nace con la llegada del hijo. La unión conyugal es, entonces, sinónimo de familia. Una familia es algo más que una estructura estática o convencional.
En la educación de los hijos existen ciertos A-B-C que son una realidad. Esto hace que los hijos se desarrollen en un hogar equilibrado.
El arte de vivir consiste en ocupar un puesto en la sociedad sin violentar las necesidades de uno mismo y de los demás. El arte de ser padres consiste en enseñarles a los niños el arte de vivir. Las necesidades y los sentimientos opuestos, es decir, los de los padres y los de los hijos, pueden coexistir.
El papel de los padres no es crear un lecho de rosas para su hijo, sino ayudarle a abrirse camino a través de las espinas. El desarrollo del temperamento se produce por medio de la interrelación del niño con su entorno. Es ahí donde los logros como también las frustraciones forman parte importante de la vida diaria.
La meta de encausar al niño hacia su independencia no se limita a enseñarlo a controlar su esfínter o a vestirse solo, sino a desarrollar su autonomía, su capacidad de pensar independientemente y de enfrentarse a la vida y a los obstáculos para alcanzar sus objetivos.
La autoridad implica el respeto, la admiración y el amor que se ganan los padres formando bien al chiquillo y esta autoridad la ejercen los padres cautivando con su personalidad al muchacho. Un hijo requiere cariño, ternura, amor y respeto a su autonomía y a su propia individualidad. Un hijo requiere que sus padres lo consideren un ser independiente.
Que el Señor los bendiga a ustedes papas, que formen bien a sus hijos y en relación con esto les digo: Ámense mucho, pues ese amor influirá positivamente en los muchachos. Y no se olviden que el Señor los ama, que Jesús los quiere v que ¡CON DIOS, SOMOS INVENCIBLES!