A un partido de la final de la Copa del Mundo, los holandeses cruzan dedos para que su tristemente célebre tendencia de inmolarse en las instancias decisivas no vuelva a aparecer.
Después de cinco victorias consecutivas, incluyendo un memorable triunfo 2-1 ante Brasil en los cuartos de final, Holanda se presenta como la gran favorita para deshacerse de Uruguay, en Ciudad del Cabo mañana.
Pero el equipo ni siquiera ha alcanzado su mejor versión, y el técnico Bert van Marwijk evocó ayer el pecado holandés de creerse triunfadores antes de tiempo.
Y Holanda recibió varias buenas noticias: su delantero Robin van Persie podrá jugar ante Uruguay, luego que una ecografía mostró que un golpe en el codo izquierdo no era tan grave como en principio se temió.
No hay nadie más en enfermería, luego que el defensor Joris Mathijsen recibió el visto bueno tras una dolencia en la rodilla. Las bajas obligadas corresponden al volante Nigel de Jong y al defensor Gregory van der Wiel, ambos por suspensión.
Esas noticias le permiten a Van Marwijk mantener su costumbre de no hacer cambios a equipo que gana.
Holanda lleva 24 partidos sin perder, racha que empezó a enhebrar desde una derrota como local 2-1 ante Australia, en un amistoso disputado en septiembre de 2008.
Pero el fútbol mostrado en Sudáfrica no ha sido el del tipo sinfónico que suele verse con "La Orange".
Lo prioritario para van Marwijk es asegurarse que sus jugadores no menosprecien a nadie, en este caso Uruguay.
Holanda se ha ganado una reputación de equipo, incapaz de mantenerse fuerte de principio a fin en los torneos. Perdieron dos finales sucesivas de los mundiales en los 70, una década en la que revolucionaron el fútbol. Su único título importante fue el de la Eurocopa de 1988.
Ahora tienen una oportunidad inmejorable de volver a una finalísima, al enfrentarse con una Uruguay que realmente no se perfila para llegar tan lejos. La Celeste se clasificó a la semifinal tras vencer por penales a Ghana. Y ahora mismo estarían en casa de no haber sido por el penal que el delantero ghanés, Asamoah Gyan, estrelló en el travesaño en la agonía del alargue.
Pero Van Marwijk calificó a Uruguay como un equipo de ''luchadores'' y ''sobrevivientes'', virtudes que no suelen asociarse con Holanda, que tiende a caer presa de la desesperación cuando las cosas no le salen.