Hubo una época en que los conductores de autobuses reflejaban en su rostro la apatía que les causaba el que un policía, sobre todo del Tránsito, abordara su vehículo. Esa reacción obedecía a que generalmente, esos usuarios no pagaban el pasaje, se sentaban cómodamente, mientras pasajeros que sí lo hacían se mantenían de pies. Con el tiempo, ese abuso parece haber terminado, aun cuando muchos policías no han perdido esa vergonzosa costumbre.
Hoy día se han presentado ante el recién estrenado Director de la Autoridad del Tránsito, tres situaciones que parecieran convertirse en crucigramas chinos, porque las medidas que se han adoptado han sido hartamente impopulares porque atentan contra la privacidad humana, laceran los escuálidos bolsillos del panameño y contribuyen a profundizar la brecha de la pobreza en Panamá. No compartimos la competencia desleal, porque es justo que quien paga para dedicarse a un servicio público, debe derivar del cumplimiento honesto y correcto de su trabajo, las utilidades que el mismo genera.
Todos sabemos que la ley es interpretativa y que las órdenes deben cumplirse. Pero no concebimos que los guardias del Tránsito que están en la calle, quienes tienen que velar por el cumplimiento de disposiciones emanadas de los niveles superiores, sean tan radicales como para actuar como muchos de ellos lo vienen haciendo. Trascendió que uno de ellos detuvo a un conductor de taxi que llevaba una pasajera. Le preguntó quién era ella, y él respondió que su esposa, por lo que el agente le inquirió que la besara para demostrarle que eso era verdad.
En otro caso, el propietario de un auto particular, que viajaba con su esposa, hijos y dos cuñadas, también fue detenido e interrogado sobre su parentesco con los pasajeros, respondiendo el señor de quiénes se trataba. El agente sacó su libreta y le impuso una boleta, argumentando que "cumplía órdenes superiores". Esos dos casos, independientemente de otros que habrán sucedido pero que no han trascendido a la luz pública, dejan claro que muchos que tienen el deber de llamar a la cordura a los conductores que infringen las leyes de tránsito, están propiciando situaciones embarazosas al violar la privacidad del ciudadano que puede trasladar en su vehículo a la persona que le venga en ganas, independientemente de si es pariente o no. Esos mismos individuos parecen desconocer la realidad sobre el costo de la vida en Panamá, la desaceleración económica y el flagelo de la pobreza y el desempleo, que obliga a muchos trabajadores con salarios bajos, a solicitarle al vecino que lo lleve hasta su destino para cancelarle el día de pago, o que lo haga gratis para ahorrarse unos centavos y sobre todo, tiempo.
Como no son todos los agentes del Tránsito que actúan en forma tan desacorde a la realidad, bueno es que reciban directrices para atender al público adecuadamente, sin caer en actitudes que desdicen de su condición humana que debe estar identificada con una comunidad pobre, la misma a la que ellos pertenecen y que muchas veces requiere del servicio de un vecino, de un amigo o de un pariente que tiene la comodidad de un auto. Bastará recordar que muchos de ellos todavía preservan su condición de "pavos" y no pagan transporte. |