Los ambientes cargados de humo, el agua del mar, la intensidad de la luz solar o la brisa continuada pueden provocar irritaciones oculares. Por este motivo, se tiende a abusar de los colirios o gotas para los ojos. Sin embargo, teniendo una mínima higiene ocular, su uso puede reducirse al mínimo:
Los colirios ya abiertos no deben utilizarse más de un mes, a fin de evitar una posible infección o deterioro de su contenido.
Han de administrarse con el suficiente cuidado para que el aplicador no se contamine con el contacto del ojo.
Jamás se administrarán a niños menores de 2 años, salvo prescripción facultativa.
Los colirios son susceptibles a cualquier modo de aplicación, pero lo mejor es poner las gotas en el saco conjuntival, o se en el hueco que se forma cuando se baja ligeramente el párpado inferior.