La embajadora de Estados Unidos advirtió el peligro que representa para la gobernabilidad de Panamá, el nivel de pobreza en que vive casi la mitad de los ciudadanos de este país.
La diplomática expuso el contraste de los dos Panamá: uno donde un pequeño grupo de personas controlan la economía de la nación y otro integrado por 1.2 millones de panameños, que apenas viven con un ingreso que oscila entre 30 y 60 dólares mensuales.
Ese hecho hace que Panamá ocupe el segundo lugar en el hemisferio en cuanto a desigualdad en la distribución de los ingresos.
En pocas palabras, la representante del imperio norteamericano está llamando la atención sobre la necesidad de promover una mejor distribución de la riqueza, que sería la vacuna para controlar futuros brotes de violencia.
Los panameños se pueden cansar de tantas promesas de los políticos que llegan al poder prometiendo mejorar la vida de los panameños y luego de un quinquenio los electores observan que siguen iguales o peores.
Los bolsones de pobreza ya no son sólo en las áreas indígenas. En la propia capital, en San Miguelito, Colón y otras áreas metropolitanas usted observa familias, que apenas logran ingresos para subsistir. Esa situación se traduce en el incremento de la criminalidad.
La pobreza permanente puede generar un levantamiento popular, porque como dice el refrán "no hay mal que dure 100 años ni pueblo que se lo aguante".
La diplomática norteamericana ha puesto el dedo sobre la llaga.
Nos queda ahora tomar acciones en favor de los pobres o sentarnos a esperar para que el barril de pólvora reviente en cualquier momento, porque de lo contrario las consecuencias serían catastróficas.