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Amáme como soy

Por: Hermano Pablo | Reverendo

Un lado de la cara era bello, muy bello: suaves cabellos rubios ondulados; cutis de pétalo de rosa; ojos claros, celestes; y una oreja perfecta, adornada con un pendiente de oro. Así era el lado derecho de la cara de Fiona Allen, de dos años de edad, de Sudbury, Inglaterra.

Pero el otro lado, el izquierdo, era monstruoso: enormemente hinchado, deforme, con manchas purpúreas y azules. Fiona padecía de una enfermedad llamada neurofibromatosis. Sus padres habían dado permiso para publicar el rostro de Fiona en afiches por toda Europa, en una campaña de recaudación de fondos para niños que padecen la misma enfermedad o una parecida.

El lema de los afiches era: "Ámame, tal como soy." Quien veía la foto de Fiona, en los diarios, se espantaba. Al cubrir el lado izquierdo de la cara, la niña era hermosa, pero si se tapaba el derecho, la niña era monstruosa. Y allí, en la parte inferior de la fotografía, se encontraba escrita la frase patética: "Ámame, tal como soy."

Esa frase la pueden pronunciar muchos otros seres humanos, aunque no padezcan la enfermedad del "hombre elefante". Son los hombres, o las mujeres, que sufren deformidades del carácter. Jovencitos o jovencitas que han nacido con malas tendencias y han seguido el camino del vicio. "Ámame, tal como soy, porque necesito amor para redimirme" sería una manera apropiada para completar la oración.

"Acéptame tal como soy, y perdóname", podrían decir muchos esposos. "Soporta mis defectos y ayúdame, a pesar de mis crisis nerviosas y mis enojos", podrían decir muchas esposas.

Todos tenemos defectos y flaquezas, y todos queremos comprensión, aceptación y perdón. Sería bueno que, en los hogares, los padres, las madres y los hijos dijeran: "Acéptame, tal como soy."

Pero no basta con decirlo. Al conseguir el perdón y la aceptación, debemos corregir la falta que causa tal petición. Y necesitamos no sólo la comprensión de los familiares y amigos sino también el socorro de Dios, quien está siempre dispuesto a ayudarnos. Cristo, quien nos acepta "tal como somos", quiere librarnos y salvarnos.



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