Los lanzamientos de penaltis, sin fallo, sellados con el último firmado por el atacante del Benfica, Óscar Cardozo, llevaron a Paraguay a romper la barrera de octavos y alcanzar, por primera vez en su historia, los cuartos de final de un Mundial, en el que se encontrará con España o Portugal.
La historia saldó la deuda con el cuadro guaraní. En Paraguay no olvidan Francia 1998, también en esta fase, tras superar la ronda inicial, cuando el ahora desaparecido gol de oro terminó con los sueños del conjunto sudamericano. Entonces, Laurent Blanc, futuro seleccionador galo, echó por tierra las esperanzas paraguayas, que afrontaba en Sudáfrica su cuarto intento por derribar la barrera de octavos.
Nunca había tenido Paraguay tan cerca su encuentro con la historia. Crecido por una primera fase meritoria, en la que no perdió ningún partido y con un rival en medio distanciado de la tradición y el poderío que se presume a estas alturas de torneo.
Entre tanto desacierto y tanta tensión, los penaltis fueron la única alternativa para terminar con el equilibrio. Con el desacierto. En ellos, Paraguay estuvo impecable.