"Dejad que los niños vengan a mí: no se lo impidáis. De los que son como ellos es el Reino de Dios, y el que no es como niño, no entrará en él", Marcos 10,13-16.
Esos versículos del Evangelio de Marcos retumbaron ayer, martes, en los pensamientos de decenas de personas que asistieron a la triste despedida de los restos mortales de los niños Hideki Antonio y su hermanito Edson Zúñiga, en la Iglesia Cuadrangular Ministerior de Restauración, en la Avenida A de El Chorrillo.
En dos féretros blancos descansaban los cuerpecitos de los niños que murieron tras asfixiarse con el humo en el incendio ocurrido el pasado jueves en el que era su hogar, en el apartamento 25 del edificio La Fortaleza, en Avenida Ancón.
El templo se quedó pequeño para la cantidad de personas que se solidarizaron con los familiares de los niños. La madre, Enilsa Ortega, a duras penas podía tenerse en pie. Varias veces sufrió conatos de desmayo.
Los pastores centraron el mensaje en no estar tristes, porque los pequeños ya están con Dios, y que el Señor tiene planes para cada uno de nosotros. Los cuerpos de los menores fueron sepultados en el Cementerio Amador.