PUESTA EN ESCENA
El Señor Constantin

Aurelio Paredes
De las artes y oficios que componen el Teatro, la Actuación es probablemente la que más hechiza y fascina, así también la que se presta a mayor controversia y confusión. El alcanzar la forma no es el único factor desconcertante de la Actuación: las teorías son complicadas y contradictorias, los defensores de técnicas especiales se oponen violentamente unos a otros y la gran ironía es que aquellos que no tienen ningún entrenamiento serio, a menudo superan a otros que han dedicado la mayor parte de su vida al estudio y la práctica. Nuestros abuelos aplaudían al actor que actuaba para su público manteniendo una relación cordial y amistosa. Al llegar al realismo esa actitud fue descartada por considerarse "declamatoria" y el enfoque naturalista se puso de moda. Hoy, otra vez nos impacienta el actor naturalista que por temor a actuar de frente o exagerar la voz, ofrece al auditorio un perfil inexpresivo y masculla sus palabras como en la vida diaria. Alegamos, como bien nos dijo José A. Díaz en las aulas universitarias, que el arte debe ser más grande, más vívido, más expresivo que la vida misma. Alejándonos de los actores, vamos a referirnos a los maestros, a los libros de texto y a las escuelas de actuación. Antes del siglo XX se enfocaba la actuación esencialmente en sus partes externas. Los maestros y los libros solían referirse en las técnicas escénicas, en el movimiento, la voz, la dirección y la pronunciación. En manos de maestros no inspirados ni imaginativos, esta situación condujo a la pomposidad en los movimientos y en la declaración. Los libros literalmente exponían las posturas adecuadas para cada emoción y cada actitud; con cuadros elaborados se dictaban las posiciones "correctas" de las manos, de los pies, de la cabeza y del torso. Los mejores maestros y actores lucharon contra esa tendencia declamatoria, especialmente porque eran opuestos a la nueva tendencia teatral hacia el realismo o el naturalismo. Se encontró un nuevo Mesías en Constantin Stanislavski (1863-1930), quien desarrolló un nuevo enfoque del problema que ha llegado a conocerse como el Método. Esencialmente, el maestro logró establecer un sistema o técnica para que cada cual desarrolle sus facultades creadoras o imaginativas. Su sistema se basa en aceptar que si el actor es verdaderamente sensible al estímulo de la situación imaginaria, sus reacciones lograrán el resto. La pregunta esencial de cada actor: ¿Qué haría si yo fuera este personaje y me encontrara en esta situación? Como resultado, la imaginación, la concentración, la memoria, la emoción, la acción dramática, los fines, se convirtieron en los puntos típicos de concentración de los estudiantes del Método. (El siguiente domingo "Como adaptar la semilla para el personaje").
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(El siguiente domingo "Como adaptar la semilla para el personaje").
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