El Chorro de Burunga, un depósito de aguas negras y desperdicios
Este balneario, al igual que otros ríos de Panamá Oeste, no escapa de la triste realidad de la contaminación de sus aguas, debido a la falta de alcantarillados de aguas negras en los sectores cercanos al río, sumado a la actitud de "poco me importa" de la población que opta por echar al río desechos que van desde latas, botellas, cajetas y otros desperdicios orgánicos.

Eva María Gutiérrez
Panamá Oeste / EPASA
En un depósito de desperdicios y aguas negras se ha convertido el balneario de El Chorro de Burunga en Arraiján, producto de que algunos moradores cercanos al lugar se dedican a botar desechos orgánicos e inorgánicos al mismo. Este balneario, al igual que otros ríos de Panamá Oeste, no escapa de la triste realidad de la contaminación de sus aguas, debido a la falta de alcantarillados de aguas negras en los sectores cercanos al río, sumado a la actitud de "poco me importa" de la población que opta por echar al río desechos que van desde latas, botellas, cajetas y otros desperdicios orgánicos. Actualmente, la mayoría de familias residentes en viviendas de alquiler y residenciales que se encuentran cercanos al río Cáceres que desemboca en El Chorro, echan las aguas de jabón a zanjas que luego van a dar a quebradas, y posteriormente al citado Chorro. Eugenio Tejada, morador de Burunga, comentó que a inicios de siglo, El Chorro se llamaba "Josefinita", en alusión al apellido de los propietarios de los terrenos donde se encontraba el citado río, los cuales se dedicaban a criar aves de corral, sembrar caña de azúcar, y producir miel, melaza y raspadura. A finales de 1960, la directiva integrada por los residentes del lugar llamada El Zapote deciden cambiarle el nombre de Josefinita al Chorro. En esa década, para llegar al Chorro los visitantes tenían que entrar por la calle Cáceres, pues la calle principal de Burunga era de difícil acceso. Ya en la década del 70, los residentes cercanos al lugar deciden crear el Comité El Chorro, el cual se dedicaba a atraer al público a este sitio, que se construyó en uno de los lugares más visitado del distrito. En dicho lugar se realizaron además los primeros culecos del distrito, bailes y festividades folclóricas, que sirvieron al mencionado comité a edificar una Casa Cultural y mejoras a las calles de la comunidad. Dora Cosby, residente en Arraiján, cuenta que ella recuerda cómo a finales del 60 y a inicios del 70, decenas de familias de todas partes del país pasaban agradables momentos los fines de semana en este balneario, bañándose y recreándose en las corrientes de El Chorro. En temporada lluviosa, es usual observar en el balneario la basura flotando; sin embargo, el sonido de las caudalosas aguas que se deslizan por las piedras y caen al río, invita a los pocos visitantes a apreciar y valorar la naturaleza, y escapar del bullicio de la ciudad y de la tensión nerviosa que nos produce el trabajo diario. El Chorro tiene una profundidad de 15 pies, sirvió para que atletas como Napoleón Franco y los mellizos Boregaon realizaran las prácticas de natación, y posteriormente nos representaran en los Juegos Panamericanos en los años 60. Tejada expresó que los boys scout de Arraiján aprendieron a nadar en El Chorro y los buceadores exploraron las profundidades de ese río, en las cuales lograron capturar grandes camarones. No obstante, producto de la contaminación, actualmente la persona que se baña en El Chorro sufre picazón en su piel, y si traga agua puede sufrir severos dolores estomacales. Cosby sotuvo que mientras que las autoridades gubernamentales y municipales no se interesen en solucionar el problema de las aguas negras, seguiremos perdiendo este potencial turístico. Cosby instó a los moradores de El Chorro, a las autoridades del distrito y funcionarios de la Autoridad Nacional del Ambiente (ANAM) a unir esfuerzos y trabajar en aras de rescatar el potencial turístico llamado El Chorro de Burunga.
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En esa década, para llegar al Chorro los visitantes tenían que entrar por la calle Cáceres, pues la calle principal de Burunga era de difícil acceso.
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