HOJA SUELTA
Telaraña
en la guitarra
Fui músico.
Bueno... músico, lo que se dice músico, no... pero
me jactaba de serlo.

Eduardo Soto Pimentel
Crítica
en Línea
Hace 15 años
me encerré en el estudio de grabación de "Balito"
Chan, junto a otros tres más locos que yo, con la intención
de grabar la pista de un vídeo musical. Fue para la primera
versión del premio Video Maxell que organizaba el Canal
4, y el baterista del grupo (Rodrigo "Yigo" Escobar,
a quien ahora se conoce como "Yigo" Sugasti, hijo del
maestro "Tamayo") convenció a "Balito"
para que nos prestara el estudio. Yo escribí la letra
de la canción, con melodía y todo, y los muchachos
pusieron lo demás que hace falta para lograr una buena
balada fresa: arreglos, voces, ritmo y, lo esencial, suficiente
trastorno mental (léase pasión).
Fue un desastre. Como a cada uno lo meten en un cuarto distinto,
y dado que ninguno estaba acostumbrado a tocar sin mirar las
señas del más loco, "Yigo", y nadie leía
música, aquello sonaba horrendo. "Balito" nos
dio un regañón de padre y señor nuestro
y nos mandó para la casa.
Con el tiempo, algunos descubrimos que en Panamá no
se aprecia el talento local, y saltamos del barco. Aunque de
vez en cuando toco y escribo algo, preferí enamorarme
del periodismo y de una enfermera de ojos pardos que me dio tres
hijos; el del bajo (Héctor Rodríguez) se hizo disck
jockey -es muy bueno y sabe mucho de música-, y el de
los arreglos en guitarra optó por sus estudios de arquitectura.
El único que siguió en la música fue "Yigo",
quien años después dejó la batería
y se puso a cantar, para sorprender al país entero con
su disco "Vampiro Abstemio", que se mantiene como un
hito en la historia del rock nacional. Él se fue a México
a perfeccionar su trastorno mental, y está de vuelta con
una producción suprema que se está cuajando. Ese
muchacho nació para eso, y nada ni nadie lo saca del camino.
Lástima que en este país no hay empresarios
que estén dispuestos a gastarse uno que otro milloncito
en los jóvenes talentos, sean artistas o atletas. Los
músicos tienen que irse, como "Yigo", porque
aquí no hay futuro si no tocas el acordeón.
Si alguien se hubiera interesado en nosotros, tal vez no estaría
escribiendo este tipo de artículo, clásico de los
días cuando no hay temas; fuera millonario y estaría
encerrado en uno de los cuartos 2x2 del estudio de "Balito",
o en otro en España, grabando mi quinto CD con canciones
protesta, y sin ver las señas de nadie. ¡Ah!, mi
guitarra no estuviera invadida de telarañas.
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