REFLECTOR
Gardel
Hoy KW Continente, a las 10:30
de la mañana, presentará un programa especial que fue grabado
hace trece años, para conmemorar el cincuentenario del deceso del
zorzal criollo. El programa, introducido por Diamar Díaz, va en las
voces de Antonio Díaz y Eduardo Tejada. Hoy publicamos una nota curiosa
sobre el cumpleaños de Gardel.
Una carta de Manuel Sofovich, tomada de El País
Con pedido de publicación, el conocido periodista y autor teatral
Manuel Sofovich, nos ha enviado la carta siguiente:
Señor Director: He leído en Noticias Gráficas una
interesante nota acerca de la pintoresca invención de un colega español,
atribuyéndole a Carlos Gardel una ciudadanía valenciana, una
nueva edad y una ascendencia diferente de la que todos le hemos conocido
al gran cantor criollo... nacido el Tolouse, como doña Berta Gardes,
su señora madre que, como todos sabemos, lo trajo aún lactante,
de la bella ciudad francesa al entonces barrio reo del Abasto, donde aprendió
sus primeros balbuceos en el lenguaje de tango que se hablaba en ese barrio.
Todo está bien en la aclaración que publica Noticias Gráficas,
salvo en lo que respecta a la edad de Carlitos. Y como surge de la nota,
que la principal información la dio José Razzano -el compañero
fraternal de los mejores triunfos del cantor, que es también muy
estimado amigo mío- quiero creer que el error tiene origen en un
derecho que le hemos reconocido, muy sensatamente a los artistas, de fijarse
ellos mismos la edad, de acuerdo con la que el público -de cuyo aplauso
se nutren- quisieran que ellos tengan.
Razzano no puede desconocer la edad cierta de Carlos Gardel, cuando la
tragedia de Medellín se llevó de esta vida, dejándonos
como compensación su canto perenne. Ni tendría yo derecho
a establecer la verdad si no fuera que pienso que Gardel ya se ha introducido
en la historia del arte argentino, -como arquetipo de cantor criollo- y
que, a los efectos de esta historia, todo lo que sea cierto conviene más
que lo que es lindo. Por otra parte el hecho de que Gardel representara
ser mucho más joven de lo que en verdad era, agrega un mérito
más a su condición de artista.
Y como no basta con palabras, aquí va la referencia que aporto
para establecer la verdadera edad de Carlos Gardel, en su vida y en su muerte
y la que tendría hoy si viviera.
Vivíamos en París con mi inolvidable y querido compañero
Alfredo Le Pera -gran periodista, inspirado poeta y fino escritor, que concibió
y realizó los mejores éxitos de Gardel en la cinematografía
y en la canción, como autor y como poeta- cuando a fines de 1933,
llegó a la capital francesa Carlitos Gardel, para renovar en noches
inolvidables, con nosotros, nuestra amistad de las noches porteñas.
Y fué el 19 de diciembre de ese año 1933, cuando una gran
admiradora del cantor, la señora Backfield -magnate de la industria
tabacalera inglesa y norteamericana, como también erróneamente
se ha difundido- para festejar el cumpleaños de Gardel reunió
a un reducido grupo de amigos en una cena, que se sirvió en el famoso
"Café de París", el restaurante más lujoso
del mundo, según los que conocen muchos.
Eramos trece los comensales. De los cuales sólo seis argentinos.
Carlitos, Le Pera, el administrador de Gardel, Armando Delfino; el maestro
Castellano -director prestigioso de Radio El Mundo ahora-; el destacado
compositor musical y ejecutante de guitarra Petorossi y el modesto periodista
de este recuerdo.
Se comía muy bien y se bebía mejor. Carlitos nos cantaba
con su emoción más pura; una obesa y calva soprano lírica
de la Opera Cómica de París, nos envolvía con sus gorgoritos
Castellano -al piano- nos marcaba el compás de los tangos más
milongueros. Petorossi adentraba en nuestros oídos los sones de su
guitarra... Todo era alegría y cordialidad en esa reunión
de trece camaradas. Y, como aprovechando un descuido de los demás,
me llevó abrazado Carlitos hasta un rincón de ese salón
reservado para su fiesta:
-Pibe -me dijo con su afectuosa manera-. ¡Son cuarenta y nuevos
años! ¿Te das cuenta y lo que es cumplir cuarenta y nueve?
Y sus cinco amigos argentinos, en un aparte fraternal, brindamos con
un Gran Napoleón los juveniles 49 años de Carlitos Gardel.
Al día siguiente, salia él para Tolosa, a festejar con doña
Berta su cumpleaños, para regresar una semana después a París
y de ahí salir, el último día del año 33 a emprender
su gira triunfal, para los Estados Unidos y terminarla en el trifundo del
recuerdo.
Carlos Gardel cayó en Medellín en junio de 1935. Había
cumplido, cincuenta y un años, aunque para sus admiradores, no cabían
más que treinta en su estampa varonil y en el armonioso torrente
de su cálida voz de cantor criollo.


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