Las mujeres no estamos hechas para pelear ni para resolver los problemas a puños, porque entre la mayoría de las integrantes del sexo femenino prevalece la delicadeza, el tono de voz agradable y, sobre todo, un buen diálogo que haga que un grave problema termine siendo un simple contratiempo fácil de resolver.
En Panamá como en cualquier otro país, hay casos de señoritas y señoras que pelean más que los hombres y que son capaces de agarrarse a puñetazos con otra mujer.
Hay casos que han terminado en la corregiduría, tribunales, hospital y hasta en el cementerio.
"No puedo verla ni en pintura; tengo años de pedirle a todos los santos que esa mujer se mude hacia otro sitio, pero el milagro no sucede", estas fueron las frases de Gabriela, nombre de la mujer que habló con "Crítica" y quien confesó tiene años de vivir un calvario en el lugar donde reside.
Las mujeres de esta historia de barrio tienen 8 años de vivir en una vieja estructura de madera, en el corregimiento de Curundú.
En este lugar los baños y fregadores son comunales y es normal oírlas discutiendo aunque sea una vez por semana, porque son unas "alegra patio", manifestó un vecino de ambas.
Gabriela asegura que ella fue la primera en vivir en esa área y que desde que llegó la otra mujer todo es pelea porque es muy desconsiderada, cochina y mala fe.
Ella no recuerda la primera pelea con su vecina, pero sabe que todo fue producto de que sus hijos más pequeños tuvieron una pelea que provocó que ambas madres discutieran y terminaran siendo enemigas.
Han pasado cerca de siete años; los hijos de ellas se hablan y hasta pertenecen a un mismo equipo de fútbol, pero sus madres no se soportan.
Todo lo que hace una, a la otra le molesta. Han tenido discusiones por las sogas donde tienden la ropa, por el exceso de volumen en la radio y hasta por el fregadero.
En una ocasión, eran pasadas las 9: 00 de la noche y pelearon porque, supuestamente, una estaba hablando sobre la vida de la otra. El chisme llegó a la vecindad y la afectada- ni corta ni perezosa- fue a reclamar; esto las llevó a una acalorada discusión en donde perdieron el control, terminaron dándose golpes y los vecinos llamaron a la Policía. Las mujeres fueron trasladadas al Juzgado Nocturno en donde se le impuso una sanción por no saber resolver sus problemas y al agredirse una a la otra.
Desde esa ocasión, sus discusiones no pasan a mayores, solamente algunos gritos, indirectas y chismes leves que terminan en una puerta azotada.
Gabriela dijo "que está tan cansada de la situación que está haciendo trámites para ver si se muda a otro lugar, porque no puede continuar viviendo al lado de una mujer a la que considera su enemiga".
Pero estas dos mujeres no son las únicas que no se llevan entre sí, porque en muchos barrios de nuestro país hay vecinas y vecinos que viven por años sin hablarse y todo por un simple mal entendido o porque no se caen bien.
AGRESIONES
Cuchillos, palos, pistolas, piedras y hasta las uñas son armas usadas por las mujeres cuando se enfrentan en una pelea. La riña entre mujeres es un delito contemplado en el Código Penal, el cual establece sanciones dependiendo de la gravedad del ataque.
