Es incómodo hablar de sus propios logros. Creo que esa evaluación más bien corresponde a otros, pero si debo dar una respuesta, señalo que Panamá tiene ahora una posición de mucho prestigio en el campo internacional, y que ha solidificado su condición de país muy atractivo para la inversión, el comercio, el turismo.
En fin, un socio confiable. O sea, que lo que anuncié como objetivo de la política exterior, en el sentido de servir como instrumento idóneo para el desarrollo nacional, se ha cumplido a cabalidad.
Hemos hecho mucho en materia de profesionalización de la Cancillería y del Servicio Exterior, pero todavía falta por hacer, ya que es un trabajo continuado.
Siento que esta ha sido una experiencia maravillosa. Le doy gracias a Dios, a los panameños que nos honraron con el privilegio de servir al país, así como al presidente Martín Torrijos que confió en mí responsabilidades tan delicadas. Puedo decir, sin ningún titubeo, que me siento tremendamente orgulloso de haber sido parte de un gobierno que le cambió el rumbo a Panamá; termino este periodo satisfecho de haber cumplido con mi país y con la seguridad de haber enorgullecido a mi familia.