Yo no veo ningún peligro inmediato para la democracia panameña. Creo que el sistema ha venido madurando, sobre todo, porque en los últimos cinco años se ha logrado fortalecer mucho la institucionalidad.
Las elecciones son un ejemplo de esa madurez, a tal punto que la oposición gana las elecciones, el Tribunal Electoral así lo declara y el Presidente al frente de todo el Gobierno lo admite igualmente.
El período de transición ha sido abierto, amplio y muy funcional, lo que también ayuda a la estabilidad del país.
El peligro para la democracia, en todo caso, podría sobrevenir si se desatiende el carácter permanente que tienen las instituciones públicas, o si no se respetan los períodos de quienes actúan en su dirección por mandato de la Constitución o de la ley. Pero no tengo ningún elemento de juicio para señalar que eso pueda ocurrir, de modo que siento un gran optimismo por la supervivencia segura de la democracia panameña.