Hay gente que no tiene vergüenza para decir: "¡Disculpa hermano, me puedes prestar cinco dólares hasta la quincena!". Es que alguien me debía un dinero y no me lo ha dado". Esta es una realidad. La gente pide prestado y a la hora que el prestador intenta cobrar, le salen con groserías diciendo: "Te voy a pagar, ya te dije que te voy a pagar".
No es de extrañarse que en estos momentos un empleado de un salón de belleza, una farmacia o una oficina del Estado o privada tenga una deuda por ahí que no ha saldado.
Es normal que todos tengamos deudas. Esta es una situación con la que el hombre vive, sobre todo porque los salarios bajos de los pueblos tercermundistas no alcanzan para más, y la gente tiene que hacer magias con sus economías.
Un buen ciudadano es alguien que cumple con sus obligaciones. No es un forastero que se oculta de sus responsabilidades y anda como un delincuente huyendo por ahí.
Si deseamos tener las puertas abiertas y un buen crédito para casos de urgencia, tenemos que ser responsables en admitir las fallas y no inventar excusas para decir, no tengo plata porque la usé llevando a mi hijo al médico. |