El sector Paraíso de Arco Iris, corregimiento de Cristóbal, en la provincia de Colón, dejó de llamarse así para convertirse en el terror la noche del lunes, cuando Bernardino Miller decidió asesinar a su madre Graciela Barrow de Miller de varios machetazos y luego se ahorcó.
El dramático hecho sacudió a toda la comunidad, al enterarse cómo un hijo usó dos machetes que pintó de rojo para matar a la mujer que lo trajo al mundo y, pese a la restricción que había para que no entrara a la casa por su condición desequilibrada, su madre, por el amor que le tenía, le abría las puertas.
Las heridas recibidas por la mujer fueron en el cuello y una cortada en la pierna derecha.
Bernardino, de 36 años, que sufría de trastornos mentales, actualmente practicaba la santería y se le consideraba una persona con problemas. Hasta el momento que se ahorcó, tenía en sus piernas muchos collares de santería que llevaba en el cuello.
Este hombre, en una ocasión, laboró en la Autoridad del Canal; pero, con el tiempo, se fue poniendo agresivo y acostumbraba a golpear a su madre, pese a la intervención de sus hermanos.
"El amor de nuestra madre fue tan grande, que no le importó dar su vida por consentir a su hijo, ya que nosotros hasta nos tuvimos que distanciar un poco porque tratamos de impedir que le siguiera haciendo daño", dijo Javier Miller, otro hijo de la occisa.
Javier recordó que su hermano se molestaba por todo con su madre, "hasta si no había comida".
Las escenas del homicidio de la mujer de avanzada edad eran tan impactantes, que conmovieron a los funcionarios de investigación y a los periodistas, al ver el cuerpo sin vida de la mujer que muchos escucharon pidiendo auxilio; mientras que el hijo, después de cometer la cruel acción, se ahorcó en la parte alta de la casa 67 E.
Un vecino dijo que escucharon los gritos de la mujer y hasta los golpes que hacía el asesino con el machete; pero pensaron, por la frecuencia de los hechos, que no iba a pasar a mayores. Sin embargo, el hijo estaba acabando con la vida de su madre.
"Era un hombre que andaba de un lado para otro y sólo perjudicaba a su familia, a pesar de que su madre era tan bondadosa y le demostraba su amor", señaló.
Graciela Barrow de Miller, de 73 años, una mujer agradable y muy querida, era conocida cariñosamente por sus familiares y vecinos como Grace.