Ha quedado demostrado que las bestias de los circos realizan maniobras, gracias al latigazo. El tigre, el mono y los osos responden a un grito y al castigo de sus entrenadores. Saltan de un banquillo al otro. La gente les aplaude y ellos reciben su recompensa, un bocado de comida.
Existe una semejanza entre la fauna y la vida social de los hombres, sobre todo esa parte donde el ser humano recibe dinero por hacer algo a cambio, es que el trabajador panameño está acostumbrado a cumplir con sus asignaciones diarias en la oficina si alguien se lo pide a gritos. De esta manera cumplen. El jefe aplaude y reciben su recompensa: el cheque de la quincena.
No es broma tal semejanza. Esta es una realidad que no está lejos de ser vista en sus propios centros de trabajo. Tal vez usted que está leyendo esta columna piense en voz alta y diga: "ummm... eso mismo está pasando donde trabajo".
No es la mentira del siglo. Sabemos todos que las bestias responden a los gritos, pues ahora conocemos que hay ciudadanos(as) que esperan que el jefe grite algo así como: ¿Cuándo $%·!=/&?)(·/$, estará listo el informe?
Lo cierto que es una buena técnica para lograr que los trabajadores(as) cumplan, pero no es la mejor. Quizás otras personas hayan usado técnicas más reservadas de medición de la productividad o tal vez, éstos hayan iniciado suaves y después cambiar al grito, porque la gente no entiende español.
El día en que el cerebro de los humanos logren escuchar cuando se hable y a cumplir con sus obligaciones, tal vez no haya necesidad de levantar la voz o someter el látigo. |